Viaje a la Galicia extremeña

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

AROUSA

En el Val do Xálima han entendido la importancia del turismo lingüístico y ya rotulan en «a fala» calles, lugares y casas rurales

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1998, La Voz de Galicia me envió a hacer un reportaje al Val do Xálima, un precioso valle extremeño presidido por el monte Xálima o Jálama, encajonado en la esquina noroeste de la provincia de Cáceres, con la frontera portuguesa al oeste y el límite castellano-leonés de Salamanca al norte. Un valle formado por tres pueblos: San Martín de Trevejo (765 habitantes), Eljas (907) y Valverde del Fresno (2.263).

El interés de este valle es que sus habitantes hablan una lengua llamada a fala que es una mezcla de gallego, portugués antiguo y leonés medieval. Situados a trasmano, alejados de las grandes ciudades y sin la influencia de la radio ni la televisión, los lugareños han mantenido su particular fala durante siglos y lo más interesante es que aún hoy, cuando redes sociales y medios de comunicación han globalizado el Val do Xálima, mantienen su peculiar manera de hablar, que podríamos considerar lengua por seguir los parámetros canónicos de estar normalizada, estar normativizada y tener una producción literaria, mínima, es verdad, casi testimonial, pero producción literaria al fin y al cabo.

En Galicia, hasta el año 1982 no se empezó a hablar de la existencia de esta variedad lingüística comarcal. Fue ese año cuando el fiscal del Supremo, Jesús Vicente Chamorro, ilustre valverdeiro, envió una nota manuscrita en a fala al intelectual gallego Isaac Díaz Pardo. Aunque la popularidad de a fala llegó cuando el profesor, cantante de Os Resentidos y showman Antón Reixa conoció en un taller a los hermanos Fernández, camioneros de Valverde a quienes se les había averiado su vehículo. Los escuchó hablar, se quedó de piedra y los llevó al programa que presentaba en la TVG: Sitio Distinto. De esta manera, toda Galicia pudo escuchar el gallego de Extremadura.

La TVG empezó a programar reportajes sobre la comarca y su habla. Las universidades de Vigo y Santiago organizaban y organizan viajes de estudio y son numerosos los gallegos que realizan excursiones particulares para emocionarse al despertarse en el hotel de Valverde y escuchar por la megafonía municipal una jota y un mensaje del alguacil: «Se fai sabel a tos us viciñus que na carnicería de Félix se vendi carni de terneira e unhas pernas de ovella a bo preciu». Bastaría este pregón para entender que, aunque a fala tiene evidentes coincidencias con el gallego y el portugués, también tiene rasgos del astur-leonés occidental. No es gallego, pero hasta bien entrados los años 90 fueron fundamentalmente las instituciones gallegas quienes se preocuparon de financiar su estudio. De hecho, la primera obra literaria escrita en a fala, «Seis sainetes valverdeiros» de Isabel López Lajas, fue editada en 1998 por Edicións Positivas de Santiago de Compostela.

Estas ayudas gallegas provocaron una reacción política en Extremadura denunciando un intento de colonialismo, pero lo cierto es que, cuando los entonces presidentes de Extremadura y Galicia, Touriño e Ibarra, charlaron en el Senado de a fala, ninguno supo dar muchas explicaciones al otro. Estos desencuentros se superaron con una cena de confraternidad en Os Arcus entre mañegus (así se llaman los de San Martín de Trevejo) y excursionistas de Moaña, presidida por políticos extremeños y nacionalistas gallegos con el vicepresidente de la Junta de Extremadura, Ignacio Sánchez Amor, a la cabeza y Máximo, alcalde de San Martín, dejando las cosas claras en su discurso a los postres: «A prensa non se entera cando fala de nos, pero nos ha feito un favor moi grande. Agora, todo o mundo sabe que aquí existe una fala particular».

Máximo me contaba que «cuando el jaleo entre Ibarra y el BNG, vinieron muchos periodistas. Recuerdo que unos de La Voz de Galicia llegaron y yo llamé a unos niños que jugaban en la calle, les preguntaron que cómo hablaban en el colegio y ellos dijeron que en castellano. ¿Y al salir al recreo?, preguntaron los periodistas gallegos. La respuesta de los niños fue clara: ‘En el recreo hablamos lo normal’. Aquí, lo normal es hablar a fala».

Fortunato Castro, profesor de la Escuela Oficial de Idiomas de Cáceres, es licenciado en Filología Inglesa y Filología Portuguesa. Ha trabajado en la Embajada de España en Brasil como asesor docente. Le interesa mucho el mundo del gallego portugués y le apasiona a fala, que, destaca el profesor Castro, es la lengua minoritaria más extensamente hablada en Europa si atendemos al porcentaje de hablantes en su territorio: el 90%. «Los profesores de la zona se sorprenden al comprobar que sus alumnos emplean a fala en las redes sociales. Están muy orgullosos de su manera de hablar y de ahí ese altísimo porcentaje. El problema es qué calidad de lengua se está transmitiendo de padres a hijos porque a veces se erosiona el lenguaje», .

El pasado fin de semana, viajé por enésima vez al Val do Xálima, a la Galicia extremeña, a disfrutar escuchando hablar esa mezcla de gallego, portugués y leonés antiguo que tanto reconforta. Noté un cambio esencial: han entendido que el turismo lingüístico es fuente de riqueza y son mayoría las calles, comercios, bares y lugares rotulados en a fala (calles das Hortas, dos Quintos o da Torre, casas rurales Estrela o As Anduriñas, mirador As Cancheiras), pero lo importante es que siguen hablando su lengua con orgullo, con naturalidad, con normalidad…