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Desde media tarde, en las calles de la ciudad se notaba la presencia de grupos y peñas dispuestos a exprimir las horas previas al gran chapuzón arousano
15 ago 2023 . Actualizado a las 22:01 h.Un cubo de agua lanzado desde lo alto de una grúa, a las puertas de la capilla de San Roque en Vilagarcía, será la señal que marque el inicio de la Festa da Auga. Será cuando las agujas del reloj bailen alrededor de las doce del mediodía, después de que el santo haya sido trasladado desde la iglesia parroquial a su pequeño templo, en el transcurso de una procesión multitudinaria: miles de personas en camisetas o bañadores, con gafas coloridas y gorros imposibles, formarán el cortejo de una imagen que, como manda una tradición no escrita, hará buena parte del camino bailando al son del pasodoble Triunfo. Esa es una de las imágenes de la Festa da Auga que hoy se celebra en la capital arousana: en cuanto San Roque entre en el templo, el cielo se abrirá y desde los balcones de la «zona húmeda» —las calles más céntricas de la ciudad— comenzará a caer agua sobre las cabezas de quienes, desde abajo, no dejan de reclamarla.
Esa es la esencia de la fiesta, y es una esencia que el gobierno local de Vilagarcía quiere proteger. Pero hay cosas que no se pueden contener. Hace años que la Festa da Auga comenzó a desparramarse y a estas alturas, el calendario no oficial de la celebración marca el tránsito del 15 al 16 de agosto como la «noche del agua». La tarde de ayer, como todas las vísperas del Auga, las calles de la ciudad comenzaron a llenarse de grupos de rapaces y rapazas que, con mochilas y bolsas de supermercado, comenzaban a tomar posiciones para una noche de mal dormir. Las horas pasarían de fiesta en fiesta, ya que en numerosos lugares de la ciudad se habían organizado eventos con los que calentar el espíritu del Auga. Dos de las citas con más trayectoria, el H2O Festival y la del Neptuno, han creado escuela y la música de DJ iba a sonar también en la plaza de O Castro, la de La Duendeneta iba a poner a bailar a todo el mundo a bailar en Méndez Núñez y en locales míticos como O Miúdo la animación estaba garantizada. Para alimentar todas esas ganas de fiesta, los establecimientos de hostelería más avispados se prepararon a conciencia, elaborando bocados para dar de comer a los hambrientos a cualquier hora. En Me Latte, en la plaza de la Estación, tenían listos más de doscientos bocadillos; en el Novo Batel (Carril) contaban con servir alrededor de 120, sobre todo a quienes decidiesen pasar parte de la noche del agua en el entorno de la playa.
El arenal, junto con el Castro y la zona TIR, son algunas de las zonas en las que se preveía una mayor concentración de gente durante esta noche de fiesta. Por esa razón, por esos puntos estaban previstas rondas por parte de Emerxencias de Vilagarcía, además del despliegue previsto por los distingos cuerpos de policía, tal y como se estableció en la junta de seguridad.