El arzobispo que hipnotiza en gallego

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Inaugurando Cáritas, supimos que los políticos son Alfonso o Tania y los curas Don Juan o Don Daniel

24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1989, Don Daniel (el don con mayúscula), párroco de Sobradelo y una de las pocas personas vivas con una calle dedicada en Vilagarcía, fundó el comedor de Cáritas en la plaza de la Constitución. El pasado miércoles, un cartel anunciaba que estaba cerrado. El aviso tenía una lógica jubilosa: se inauguraban las nuevas instalaciones de los servicios generales de Cáritas Arousa: 464 metros cuadrados en el 28 de la calle Rosalía De Castro (comedor social, cocina, oficinas, servicios de higiene, aulas).

Hacía tiempo que no asistía a una inauguración oficial en Vilagarcía y a las 10.45 estaba tomándome un café en el bar El Ruedo a la espera de que llegara Rueda el presidente, Prieto el arzobispo, García la alcaldesa en funciones… Pero retiren todo lo escrito porque es viejuno. Lo primero que aprendí en el acto inaugurador fue que, ahora, lo que se lleva es llamar a los importantes por su nombre de pila. De la moda solo se salva la iglesia pues desde el más humilde cura al más importante obispo siguen llevando el Don delante y con mayúscula, por favor.

Así que faltaban unos minutos para que empezara el acto y en una mesa de El Ruedo también esperaba a Rueda, perdón, a Alfonso, Mané, el cambadés que forma parte del círculo más cercano al presidente. Fuera, estaban Luis (presidente de la Diputación de Pontevedra), Fabiola (conselleira de Política Social), Ana (portavoz del grupo municipal del PP vilagarciano), Mar (directora de Cáritas Arousa) y Manuel (presidente de Cáritas España). Al rato, algo remolones, se les unieron Tania (alcaldesa en funciones) y Lino (concelleiro de Obras de Vilagarcía). Todos ellos esperaban la llegada de Alfonso en la puerta de las nuevas dependencias de Cáritas.

Lo de la puerta tiene su aquel pues se habían escuchado algunas críticas porque el edificio tiene un acceso delantero para los despachos y otro trasero para el comedor. «¿Se quiere ocultar a los menesterosos?», se preguntaban los revirados. No creo que sea así. El acceso trasero tiene su lógica por comodidad y porque forma una plaza con el Centro de Día Lembranzas, una especie de ágora de servicios asistenciales.

También decían los revirados que Alfonso (Rueda) nunca llega en punto y ahí sí tenían razón, pero bueno, solo se retrasó 15 minutos. Llegó, saludó estrechando manos, nada de besos, y se hizo foto de grupo. Dos detalles: nadie reverenció al arzobispo besándole el anillo y Tania, representante del alcalde, estaba claramente desplazada en el protocolo. Desde luego, estas cosas con Mon Reirís no pasaban.

Describamos al arzobispo. Los revirados apuntaban que se parecía al ministro Iceta. Puede ser, pero imponía con su solideo y su fajín morados y, sobre todo, dio gusto escuchar su discurso por varias razones: fue el único que habló en gallego y era francamente hipnotizador por su buena dicción, su magnífica entonación, sus estratégicas pausas dramáticas, su inevitable cadencia arzobispal y su pertinente gesticulación. Si Anuncio (Mouriño), conductor del acto y un clásico de Cáritas Arousa, presentó al resto de oradores por su nombre de pila, al arzobispo lo anunció como Don Francisco y, consecuentemente, los párrocos allí presentes eran Don Juan (Rubiáns), Don Daniel (Sobradelo), etcétera. 

En tiempos de Don Manuel (Fraga), estas familiaridades patronímicas no existían. El presidente era Fraga Iribarne y los consejeros eran Vázquez Portomeñe, Pérez Varela… Como debe ser. Además, hablaban gallego en general. Es más, se contaba que, en el resto de España, a don Manuel se le entendía mejor cuando hablaba gallego que cuando ejercía en castellano. De eso, de lenguas vernáculas, también se habló en la inauguración. Primero, cuando Alfonso se dirigió hacia la entrada de Cáritas y fue abordado por cinco cámaras de otras tantas cadenas de televisión, 13 micrófonos y móviles en modo grabadora, siete cámaras de fotos y una nube de periodistas ansiosos de canutazo. No le preguntaban por Cáritas, sino por el euskera de Borja Semper, el gallego en las Cortes, la reacción de Vox… En los discursos, Manuel (Cáritas España) dijo que hablaría en el idioma común porque si no, nadie lo entendería, y, además, utilizó el solemne vocablo patria. Alfonso también prefirió el castellano como deferencia hacia Manuel y Tania, más de lo mismo. Ya digo, solo el arzobispo habló en gallego.

Gracias a Manuel, supimos que, en España, hay 6.000 parroquias que conforman la mayor red asistencial del país. Gracias a Tania, que es voluntaria de Cáritas, conocimos los nombres de muchos de sus compañeros impulsores del trabajo de Cáritas Arousa: Suso, Paco, Amadeo, Salvador, Guadalupe, Mila, Montse, Pilar, Begoña, Marisa… Y gracias a Alfonso, no supimos nada nuevo: como buen político, se cuidó de no hacer anuncios ni decir nada fuera de guion.

Fue curioso que en ningún discurso se mencionara al Concello de Vilagarcía, que ha dado todas las facilidades para impulsar esta obra, que, como saben, es fruto de la donación de 800.000 euros de la benefactora Lourdes Porto Cordal (aquí sí hay que escribir con letras de oro los dos apellidos). Pero Tania calló. Al salir, me encontré con un concejal de los de antes, con nombre y apellido: Manuel Freijeiro. Su hijo Gonzalo redactó el proyecto de las instalaciones y su padre puede sentirse orgulloso del trabajo realizado. Cáritas Arousa tiene unas dependencias bonitas, funcionales, ejemplares y punteras.