Las excavaciones revelan la antigua puerta marítima del castro Alobre

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

El hallazgo, de extraordinaria importancia, descansa junto a la cetárea romana

25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

De momento no existen imágenes que puedan ser publicadas, pero el Concello de Vilagarcía confirmó ayer que las excavaciones que la firma A Citania Arqueoloxía lleva a cabo al pie del castro Alobre, en la propiedad sobre la que se levantará el futuro supermercado de Mercadona en la ciudad, han puesto al descubierto un hallazgo de extraordinaria importancia. Se trata de las estructuras que daban acceso al antiguo poblado —un enclave comercial de primer orden en la Galicia de la Antigüedad— desde el mar, con el que Alobre estaba estrechamente vinculado.

La existencia de la laguna de A Comboa permite hacerse una idea del punto hasta que la ría de Arousa llegaba originalmente en esta zona, incluso hoy en día, después de las irremediables alternaciones que la apertura de la carretera litoral a Vilaoxán y las sucesivas ampliaciones portuarias han imprimido en su entorno desde los últimos compases del siglo XIX. Lo que los arqueólogos han hallado es una entrada formada por varios escalones, encajonada entre lo que en su momento fueron los muros que la flanqueaban. Aunque no se trata del único elemento de estas características que se ha encontrado en el noroeste peninsular, no abundan en Galicia los castros que dispongan de un acceso al nivel del mar. Las olas, necesariamente, tenían que bañar el perímetro inferior del yacimiento, al que daba entrada esta puerta.

Existe, además, un punto que otorga a este descubrimiento una notoriedad aun mayor, y un evidente interés para los historiadores: la confluencia en apenas unos metros del acceso marítimo con la cetárea de época romana cuyos restos también han florecido al hilo de las excavaciones vinculadas con Mercadona.

El trabajo de musealización al aire libre que la Diputación de Pontevedra llevó a cabo en Alobre había confirmado ya el prolongado período de tiempo durante el cual el castro estuvo habitado: los ochocientos años que separan los siglos IV antes de Cristo y IV después del cambio de era. Este segundo hallazgo respalda con mayor vigor incluso este cálculo y abre toda una serie de incógnitas alrededor de la actividad que en él se desarrolló a lo largo de los siglos: la puerta marítima tuvo que convivir con la salazón que explotaban los romanos, y el estudio de la relación funcional entre ambas estructuras puede arrojar, obviamente, nueva luz sobre el núcleo en torno al cual creció Vilagarcía.

El futuro de los restos

Como también sucede con los restos de la cetárea, la pregunta que inevitablemente surge al hilo de los resultados de las excavaciones es qué va a suceder con ambos descubrimientos. En realidad, no existen más que dos opciones: que vuelvan a ser enterrados para garantizar su preservación hasta que futuras excavaciones los pongan en valor, o la prolongación de los trabajos y una musealización que permita que los investigadores continúen su labor y el público pueda visitar y conocer un fragmento relevante de la vieja Gallaecia.

Preguntada hace unas semanas por la cetárea descubierta, Mercadona aseguró que será la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta la que marque el camino a seguir. El Concello de Vilagarcía, por su parte, se limitó a confirmar que ha entablado conversaciones con la cadena para encontrar una fórmula que haga posible la conservación y puesta en valor del hallazgo.

Salazón, fabricación de salsas de calidad y un hipotético origen prerromano de la explotación

La investigación en torno a la puerta marítima y a la antigua cetárea de Alobre abren numerosas perspectivas. En realidad, la existencia de esta explotación se conocía desde 1921, cuando una serie de obras vinculadas al puerto de Vilagarcía pusieron al descubierto varias piletas, que ahora han sido redescubiertas. Como sucede con las estructuras similares que se han estudiado en Adro Vello, en O Grove, su cometido parece orientarse a la fabricación de salazones de pescado y a la elaboración de salsas como el garum, basadas en las vísceras de pescado, que seducían como pocos otros complementos el paladar de los romanos.

 En su estudio Las industrias de salazón en el norte de la península Ibérica en época romana, los profesores Carmen Fernández Ochoa y Julio Martínez Maganto argumentan que ninguno de los yacimientos de los que en 1994 tenían constancia en la fachada atlántica y cantábrica de la península era posible identificar viveros, las antiguas piscifactorías a los que los romanos eran bastante aficionados. Algo así requeriría unas características muy determinadas y, desde luego, una conexión directa con el mar. Por su proximidad, Alobre facilitaría, teóricamente ese abastecimiento, y nada impide que esta hipótesis pueda ser confirmada o refutada a través de la investigación en torno a la cetárea.

 Dada su vinculación con el castro, el mismo estudio considera que no sería improbable la existencia de dos momentos diferentes en su construcción y utilización: «Uno en época prerromana, cuyo origen se sitúa en un momento no determinado, y otro en fase romana, cuyo período final se sitúa en torno al siglo IV d. C.