Riegos de agua salada, la receta para evitar que el cadillo vuelva a brotar tras las obras en la playa de Vilagarcía

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Costas ha vuelto a solicitar al Centro de Investigación de Lourizán su apoyo para hacer un seguimiento de la innovadora solución que se ha buscado para el arenal

30 jun 2024 . Actualizado a las 17:36 h.

En la playa de Vilagarcía se está librando una batalla: zanjas, palas excavadoras en movimiento, toneladas de arena removida... Semejante escena, que desde luego poco tiene que ver con la imagen idílica y sosegada asociada a los arenales junto al mar, es la respuesta coordinada por Costas para acabar con la plaga de cadillo que desde hace años afecta a A Concha-Compostela y al paseo marítimo. El cadillo produce semillas dotadas de unos agudos pinchos que acaban con ruedas de bicicletas o de carritos de bebés; que martirizan los pies de quienes acuden en chanclas a darse un baño; que se clava sin compasión en las almohadillas de los perros que pasean... La planta, está claro, nos ha recordado que no hay enemigo pequeño, ni fuerza que deba ser desdeñada.

La actuación que se está desarrollando en la playa de Vilagarcía es pionera. Así lo explica Javier Silva, jefe del departamento de Ecosistemas Forestales del Centro de Investigación de Lourizán. Su ayuda fue solicitada hace años por el Concello de Vilagarcía y después por Costas, organismo que buscó su asesoramiento a la hora de diseñar el plan de acción contra el cadillo. Es esta una planta de la que se conoce su presencia en Galicia, y más concreto en Arousa, «desde hace 130 años». ¿Qué ha ocurrido en Vilagarcía para que se haya convertido en una auténtica plaga? «Las condiciones que se generaron con el relleno realizado en su día y con el lavado de la zona con las lluvias, dieron pie un pastizal muy ralo», esa pradera verde de la parte superior de la playa. Y entre otras plantas, alimentado por el sustrato orgánico que se ha ido formando por los años y por una luz abundante, nace con fuerza el cadillo, que se ha ido extendiendo hasta colonizar la zona con unos 700.000 pies, según explica Javier Silva. «Cada uno de esos pies tiene varias ramas, cada rama uno o dos frutos...». Y unas semillas que pueden permanecer latentes hasta seis o siete años.

Dejando la capa superficial de la arena limpia, con la planta enterrada, esta se irá degradando poco a poco con ayuda del agua de mar de la capa freática. «No se ha realizado nunca una experiencia similar a esta», explica Javier Silva, quien señala además que una vez completada esta primera fase del trabajo, será necesario «buscar un método que evite que vuelva a germinar nada ahí». Para ello, señala, es preciso «mantener un nivel de salinidad que elimine la pradera; de lo contrario, en unos años tendríamos de nuevo el mismo problema». A su juicio, lo más adecuado será «ir tratando la zona con riegos —de agua de mar— para mantener la salinidad».

Su opinión tiene importancia, toda vez que el Servicio Provincial de Costas ha vuelto a solicitar «su colaboración y asesoramiento técnico en relación al análisis de la efectividad del proceso de ejecución de obra, al seguimiento de los resultados obtenidos una vez ejecutada la misma, así como medidas complementarias o de mantenimiento que se consideren adecuadas para mantener la efectividad de la actuación en el tiempo». Una colaboración, tanto la que ahora se solicita como la prestada en su día, que ha querido agradecer el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada.