El dedo y la luna

Serxio González Souto
Serxio González OPINIÓN

AROUSA

MONICA IRAGO

Los crecientes problemas de convivencia en las aulas son resultado de una obvia degradación de la figura del docente

05 jun 2024 . Actualizado a las 17:19 h.

Como autor de la información sobre el Castro Alobre, es de agradecer que la comunidad educativa admita en su comunicado que lo que se relata es verídico, por mucho que a continuación sus autores sentencien que está fuera de contexto, discrepando tanto del fondo como de la forma y de su presentación. Conviene advertir, no obstante, que nada en la noticia sugiere una crítica al centro, como tampoco a sus profesores o a su equipo directivo. La información aclara por activa y por pasiva que los sucesos a los que se refiere son síntoma de una obvia degradación de la figura del docente —el verdadero motivo de la publicación—, en absoluto exclusiva de este instituto, al que nunca se califica de conflictivo. Es más, estas páginas siempre han contribuido a difundir su excelente labor en muchos campos.

Es de agradecer, además, la lección sobre periodismo que contiene su nota. Así que, con el mismo afán constructivo, permítanme a mí hacer un par de consideraciones sobre las aulas, en las que he pasado la mitad de mi vida. Las malas noticias a menudo ofrecen la oportunidad de reflexionar, aprender y actuar sobre la realidad que tenemos entre manos. En cambio, nada hay de didáctico en matar al mensajero. Freud tiene alguna reflexión interesante acerca de este mecanismo. Me pregunto de qué estaríamos hablando ahora si el profesor a quien tendieron un cable entre dos sillas se hubiese roto la nariz contra una mesa o el tubo de pegamento lanzado contra una profesora le hubiese golpeado en un ojo. No vayamos a quedarnos extasiados mirando al dedo cuando el dedo señala a la luna.