A Illa y A Toxa: chiringuitos en el alambre

r. estévez / l. castro A ILLA, O GROVE / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

La burocracia complica el verano a todo un solete Repsol como A Boa Vida, mientras el quiosco O Quinto Pino de la isla de O Grove es el único que no ha sido adjudicado

20 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La atmósfera anda revoltosa estos días, encapotando el cielo por momentos, desencapotándolo cuando le da la gana. Aún así, el verano se presiente en Arousa. Se nota en el tráfico, que ya es más denso; se nota en los carteles que cuelgan en algunos bares y que recuerdan a su clientela que está prohibido entrar con los pies descalzos en el local... Se nota, en fin, en el calendario y en que cada día que pasa el cuerpo pide sol, mar, arena y una buena sombra. Esos son los elementos, precisamente, que hacen tan irresistibles los chiringuitos de playa, sin los que el verano no sería lo mismo.

Este año, la temporada para estos negocios está arrancando en O Grove, aunque no para todo el mundo. En la localidad se adjudicaron este lunes las concesiones de los chiringuitos de playa que se extienden cada verano a lo largo de toda la costa. Se licitaron en total seis quioscos, dejando fuera al que estaba ubicado en A Toxa, que se vio descabalgado del procedimiento, al parecer, tras las denuncias formuladas por varios vecinos de la isla. Así, al menos, lo dijo el alcalde Jose Cacabelos (PSOE) en el pasado pleno del día 3 de junio. «Poderiamos debater moito se é polo propio quiosco ou pola xestión que se fai, ou ámbalas dúas», decía, señalando que el ejecutivo mantuvo reuniones con colectivos y comunidad de propietarios de la isla para escuchar sus quejas sobre el ruido y otros problemas de convivencia. La primera decisión del gobierno fue apartarlo de la licitación del resto de chiringuitos, apuntando a que saldría más tarde. «Redactaremos un prego específico para o quiosco da Toxa que será moi estrito e deberá cumprirse de xeito rigoroso”, decía, pero nada se sabe todavía de la cuestión. El último gerente, que consiguió que la isla tuviese quiosco en la playa tras muchos años, lleva semanas peleando para que no se pierda y la licitación salga adelante. «De todas maneras me parece injusto que esa concesión salga más tarde que el resto de chiringuitos, porque eso no juega a nuestro favor», decía, insistiendo en que de publicarse el concurso habrá menos tiempo para poder trabajarlo.

Los vecinos de O Grove se han posicionado a favor del establecimiento, incluidos los comerciantes de A Toxa, propiciando un debate en redes sociales, con más de trescientos comentarios defendiendo la gestión realizada por el último propietario y explicando que la zona alrededor de O Quinto Pino estaba limpia y cuidada. La pelota está ahora en manos del Concello, los mecos quieren el quiosco, veremos cómo acaba el asunto.

Martina Miser

El caso de A boa vida

En A Illa también falta un quiosco —y no uno cualquiera— por montar. Quienes estos días se hayan acercado a la zona de Cabodeiro para disfrutar de los prolegómenos del verano en A boa vida se han quedado compuestos y sin caña. El local, uno de los cien mejores restaurantes de playa, reconocido además como un Solete Repsol, es el único quiosco playero de A Illa que se levanta en terrenos municipales. En octubre del año pasado, explica José Luis Falcón, el hombre que lo puso en marcha hace años, expiró la concesión. «Yo entiendo que se saque a concurso el quiosco. Lo que no entiendo es que se haga todo tan mal. Llevo meses y meses pidiendo que no se duerman, porque la campaña debería haber empezado en Semana Santa. Pero el concurso se convocó tarde y por encima con un pliego que considero que no está bien hecho», dice el empresario.

Esta misma semana se ha abierto el primero de los sobres, pero el proceso aún no ha terminado. «En caso de que nos lo quedemos nosotros, hasta finales de julio creo que no podríamos empezar, porque hay que montar todo y eso lleva su tiempo, dependes de otros profesionales. Y hay otra cosa que no me parece normal: a la persona que se quede con la concesión se le va a cobrar el canon anual completo, aunque la temporada está más que avanzada», señala. De momento, quienes quieran disfrutar de la comida y del buen hacer de A Boa Vida pueden cruzar la carretera y dirigirse al gastrobar que allí ha abierto Falcón hace unos meses.

Este negocio, abierto hace unos meses, funciona bien, dice el empresario, pero «no es lo mismo»: «Teníamos mucha gente que ya tenía como tradición venir a celebrar un cumpleaños o una comida con nosotros, en el chiringuito. Y en el gastrobar no es lo mismo». Comer con los pies en la arena y bajo la sombra de un pino es una especie de valor intangible, un lujo que no se paga.