«Los profesionales de los conflictos armados adquirimos traumas»

RAQUEL COCAÑO / B. C. VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

RAMÓN LEIRO

Eduardo Soto-Trillo presenta «Migajas», una ficción que mezcla historia y emoción

08 sep 2024 . Actualizado a las 11:07 h.

Eduardo Soto-Trillo es un escritor gallego que lleva publicando sus notas y sus investigaciones sobre conflictos armados desde hace más de 20 años. Concretamente, desde 1999, momento en el que se encontraba en un campo de refugiados en una de las misiones humanitarias a las que le llevó su profesión como jurista internacional. Acaba de presentar en Vilagarcía Migajas, una novela de ficción en la que aborda la Guerra Civil en Madrid, mezclado con un tinte de sentimiento que hace que la historia y las emociones converjan en su último relato.

—Explique un poco la obra que acaba de publicar, Migajas.

—Es una novela que transcurre en Madrid y que hace flashbacks constantes a situaciones del mundo con conflictos internacionales. La protagonista, Marta, es una arquitecta de la ONU que se dedica a recorrer el mundo. Al llegar a los 40, su vida sentimental no ha sido muy brillante y decide ser madre. Al llegar a Madrid coge un piso en la zona de Lavapiés, que para ella es la zona más internacional, y se reencuentra con sus amistades del pasado. A su vez, aparece una tercera persona, Gonzalo, un escritor ya en decadencia, que empieza a interesarse por la historia de ella, su trabajo y sus experiencias. Ese es el comienzo de la novela.

—¿Por qué ha decidido tratar el tema de la internacionalización?

—Porque te das cuenta de que Marta es una mujer que está traumatizada por todo lo que ha vivido. Ten en cuenta que los profesionales de los conflictos armados también adquirimos traumas por estar tan cerca de las guerras o de las víctimas. Esos traumas se te van acumulando y muchas veces tienen consecuencias.

—¿Cómo fue todo el proceso de documentación para la novela?

—Como se centraba en unas ruinas en el barrio de Lavapiés —que son las últimas que quedan en Madrid de la Guerra Civil— quise saber lo que había pasado. Entonces investigué, pero no había datos. Se había querido olvidar. Tuve que investigar sobre todo en unos archivos de los Escolapios, porque son unas ruinas de un antiguo colegio.

—¿Qué fue lo que le llevó a escribir allá por el año 1999?

—Fue en mi primer trabajo. Me enviaron a un campo de refugiados y me compré un ordenador portátil. Entonces, al volver del trabajo, lo sacaba en el coche y me ponía escribir. Hice un diario. Eso fue lo primero que escribí. Ahora, para el año que viene, lo he recuperado porque creo que ha pasado el tiempo suficiente para que pueda salir a la luz.

—¿Cuáles fueron las principales fuentes de inspiración para el libro?

—La inspiración principal fue el barrio de Lavapiés, que es muy significativo. Tiene una parte muy festiva y lúdica, en la que conviven los distintos grupos. Otra fue la realidad, porque viví allí varios años. Eso me dio qué pensar para la historia. Las personas que trabajan en misiones internacionales parecen héroes muchas veces. Son trabajos muy interesantes, bonitos y pasionales, pero que llevan una carga, sobre todo a nivel personal, a la hora de construir una estabilidad. Son personas que, al cabo de los años, se encuentran perdidas. Esa era un poco la idea, desmitificar ese mundo.

—¿Qué es lo más duro que ha visto en las misiones en las que ha estado?

—Toda realidad resulta dramática al final. Oriente Medio es quizá lo que más me ha llamado la atención, sobre todo porque son conflictos en los que hay mucha manipulación desde el exterior.