El Breogán entregó el jueves, ante todos sus deportistas olímpicos, la máxima insignia del club a Diego Domínguez por su tercer puesto en los juegos
05 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Las medallas aunque sean de bronce, como la de Diego Domínguez en los Juegos Olímpicos de París, a veces saben a oro. En este caso, por razones evidentes: el piragüista recibió el jueves una insignia de oro. No se la concedió el comité olímpico, sino su familia deportiva, el Club Breogán, una entidad donde se palpa la camaradería y no solo cuando los deportistas salen a competir, sino también cuando logran juntarse para celebrar sus triunfos, que son muchos. Lo demostraron hace dos días en una cena en medio de la ría de Arousa, a bordo del Barco La Toja, en el transcurso de la que se entregó al palista Diego Domínguez la medalla de oro del club, con la que se ha distinguido ya a David Mascato, Fredi Bea, Suso Casal, Lino Cacabelos, Tono Campos, Joaquina Costa o Teri Portela. El motivo era claro, sus resultados en las últimas Olimpiadas, en las que logró subirse al podio con el mallorquín Joan Antoni Moreno con el que paleó en el C-2. Fue muy emotivo poder ver a los cuatro olímpicos del club reunidos: al tándem Bea-Mascato que participaron en Sidney 2000 y Atenas 2004, a Joaquina Costa, Quini, que acudió a los JJOO de Barcelona 92, en los que también estuvo Fredi, y a Diego Domínguez, el benjamín de todos ellos y el único que ha logrado con su esfuerzo la primera medalla olímpica para O Grove y el club.
Desde el año 1978 el Breogán ha trabajado duro en todos sus ámbitos, sobre todo en el piragüismo, donde han forjado a muchos campeones además de los citados olímpicos, motivo por el que se sienten tremendamente satisfechos. Diego llegó al club hace apenas cinco años, antes había recalado en él su hermano Noel, que le habló maravillas. Si había que ir a un club en Galicia aquel era, sin dudarlo, el Breogán de O Grove. «Me siento súper feliz de recibir este premio y poder compartirlo con todos vosotros», señalaba. «Una medalla no tiene sentido si no tienes con quién compartirla y yo tengo a una familia deportiva que me sigue en todas, que me apoya y que me abraza», confesaba emocionado, añadiendo que esperaba que está sea la primera insignia olímpica de muchas que se consigan para el club.
Desde el inicio de su andaina, la figura de su entrenador, Luis Padín fue clave para que se sintieran arropados tanto él como su hermano en lo personal y en lo deportivo. «Tanto, que ahora vivimos en casa de Luis», contaba entre la risa de los presentes. La cercanía entre ellos es incluso contagiosa, hacen piña y eso se ve y se traduce en resultados. «Para mí es un orgullo tremendo que me distingan, además en un club tan, tan grande donde hay campeones del mundo, y otros cuatro olímpicos, que es algo difícil. Pocos pueden presumir de ello, es un honor», explicaba Diego, que se ve de cinco a diez años en el mismo club, a dónde llegó con dieciséis años. «Ojalá no me tenga que separar nunca del Breogán, siempre nos pusieron todas las facilidades», comentaba.
Aspira a poder acudir a otras olimpiadas. «No sé si iré, quedan todavía cuatro años, pero sueño con ellas, con hacer sonar el himno en Los Ángeles... Es un sueño ambicioso, pero por qué no, vamos a por ello», concluía el joven campeón.