Alicia Padín, presidenta de Amigos del Románico: «A arte é máis ca un fondo bonito para un selfie»

Rosa Estévez
R. Estévez VILANOVA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La responsable de un colectivo que reúne a 1.200 personas, algunas de fuera de España, considera que este estilo «ten algo diso que hoxe se chamaría minfulness»

27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando vio llegar al equipo que se iba a encargar de la restauración del retablo de la iglesia de su pueblo —Santa María de Caleiro, en Vilanova de Arousa—, Alicia Padín, estudiante de Historia del Arte, decidió aprovechar la ocasión. Cogió su cámara de fotos, que por aquel entonces era para ella algo así como el látigo para Indiana Jones, y en cuanto pudo se coló tras el retablo: lo habían movido dejando un diminuto hueco en el que se metió dispuesta a descubrir qué había allí, si es que había algo. «Atopei unhas pinturas murais do século XVI, unha adoración do neno. Seguen alí, pero sen restaurar e tapadas polo retablo», cuenta con un trampantojo de sonrisa en los labios. A ella le gustaría que esas pinturas estuviesen restauradas y a la vista, permitiéndonos acercarnos un poco a la forma de ver el mundo de quienes vivieron cientos de años antes que nosotros.

Y es que el arte es, a fin de cuentas, una ventana abierta al pasado. Una grieta en el tiempo que nos permite ponernos en el traje y la piel de personas que vivían una realidad tan diferente a la nuestra, que a veces pueden parecernos extraterrestres. Alicia es consciente del abismo que separa la mirada de quienes vivían en la Edad Media de la de quienes comparten sus noches con Netflix. Pero ojo: «As veces confundimos o feito de que aquelas persoas non tivesen medios con que non tivesen capacidades... Levantaron catedrais. Deseñaron un sistema como o do botafumeiro, que está calculado ao milímetro... Un respecto!».

Hace mucho tiempo que Alicia aprendió a respetar, a intentar ponerse en los ojos de quienes no sabían leer —ni imaginaban tal posibilidad—, de quienes no tenían más referencias visuales que la realidad del mundo que los rodeaba, de quienes «so tiñan acceso ás imaxes relixiosas» a través de las que el poder le trasladaba su forma de ver el mundo. «Eran o seu libro, a tele da época», explica.

Alicia Padín se especializó en Estudios Medievales e hizo su tesis sobre el románico en el arciprestazgo de Arousa. Hace cinco años acabó convirtiéndose en la presidenta de la Asociación de Amigos del Románico, un colectivo que aglutina a unas 1.200 personas de todo el territorio español y de todos los perfiles profesionales imaginables. Pese a su heterogeneidad, comparten una debilidad confesa por el arte románico, considerado durante mucho tiempo como la expresión artística de un período oscuro, muy oscuro, de la historia. «É como se describe, escuro e robusto... Pero eu creo que esas características veñen de que naquel momento a sociedade buscaba certa intimidade na relixión. O misterio... Ten algo do que hoxe se chama mindfulness, de espazo de meditación».

De este estilo, tan vilipendiado tantas veces, también se ha criticado su falta de movimiento, de detalle. Alicia rebate el argumento con un gesto: hay dos cosas a tener en cuenta, dice. La primera, que es un arte realizado por personas que no tenían demasiados referentes a los que imitar. La segunda: se buscaba un lenguaje claro, conciso. «Se querían facer unha Eva, querían que a figura fose recoñecible, non que estivese chea de detalles», explica.

El románico es, también, «o primeiro estilo internacional que xurdiu no que hoxe entendemos por Europa»: nació en el Mediterráneo, en el arco entre Italia y Cataluña, y se diseminó por todo el continente gracias a rutas como la del Camino de Santiago. «O Camiño foi un motor que impulsaba a difusión das ideas e da arte, pero non era o único. A xente púñase a andar e movíase un montón; leváballe máis tempo, pero movíase», cuenta Padín.

Ella nació en la orilla sur de la ría de Arousa, en la Galicia costera. «A costa sempre foi lugar de traballo no mar e na terra; zona de importacións e exportacións, de movemento», señala. «O famoso Eixo Atlántico xa existía hai tempo!», bromea. Y en esa dinámica económica, dice, hay que buscar la razón de que las manifestaciones del románico no abunden en esta parte de Galicia. «As igrexas tiñan unha finalidade. A medida que as comunidades medraban, as igrexas facíanse máis grandes, ampliábanse como se amplían as casas cando medra a familia e hai cartos. Pois iso foi o que pasou na Galicia costeira, onde temos moitas igrexas de orixe románica que se foron modificando co tempo», señala. El panorama va cambiando a medida que nos desplazamos hacia el interior de la provincia. Ahí la dinámica económica, y por lo tanto social, era distinta: muchos elementos románicos lograron no acabar contaminados por estilos posteriores.

La presidenta de Amigos del Románico persigue, como todos los integrantes de la asociación, disfrutar del arte románico, potenciar su estudio e investigación y darlo a conocer a cuanta más gente, mejor. Pero esa tercera batalla es difícil de librar, reconoce Alicia. «A arte púxose de moda. Pero púxose de moda como un complemento, coma un bolso unha temporada... Para moita xente, unha obra de arte interésalle non polo seu goce, senón polos likes que lle vaia dar nas redes sociais. E a arte é máis ca un fondo bonito para un selfie; o patrimonio é moito máis que algo a explotar dende o punto de vista turístico, ten un valor por si mesmo», señala. Ella y sus 1.200 compañeros de batalla seguirán dando guerra, reivindicando el derecho a disfrutar del arte que nos legaron nuestros ancestros.