De los creadores de «Abrir Vilagarcía al mar», llega «Proteger Vilagarcía del mar»
30 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.De la labor como alcalde de don Jacobo Rey Daviña se recuerda lo positivo: el asilo de ancianos, la plaza de abastos, viviendas sociales y la estación de ferrocarril. Se le dedicó una calle principal, que acaba de cambiar su nombre para el más tradicional y menos político de calle del Río. Del Conde de Vallellano, alcalde maurista de Madrid entre 1924 y 1927 y ministro de Obras Públicas con Francisco Franco, se sabe que veraneó primero en As Sinas y luego en un chalé frente al vilagarciano muelle de Ferrazo. También se le dedicó una calle céntrica, a pesar de que no se le conocen grandes detalles con Vilagarcía. Y también se le acaba de cambiar el nombre, aunque no por uno tradicional, sino por otro con resonancias políticas: ahora se llama Clara Campoamor, en recuerdo de esta señora, de ideología política centrista y republicana, que tanto hizo por los derechos civiles y políticos de las mujeres en España.
Si uno vive en una calle llamada Del Río, puede imaginarse que por debajo pasaba un río y que, si llueve mucho, el río se encabritará y la calle se inundará. Menos evidente es que una calle llamada Clara Campoamor se inunde, pero si se conoce la historia de Vilagarcía y se sabe que esa calle está en terrenos robados al mar, tampoco es de extrañar que si hay temporal, se anegue.
Estas inundaciones han sido consustanciales con la historia de Vilagarcía. Desde luego, ni Rey Daviña ni el Conde de Vallellano hicieron nada definitivo para evitar estas inundaciones y desde que Vilagarcía se empeñó en construirse sobre el mar en vez de seguir el plan Palacios, que la diseñaba creciendo hacia el este, hacia el Xiabre, para entendernos, las inundaciones de cada otoño han sido noticia repetida.
Repasando la hemeroteca de La Voz de Galicia, los artículos clamando contra la Vilagarcía sumergida son numerosos. El 11 de septiembre de 1991, La Voz recogía la indignación popular porque las primeras lluvias habían colmado de agua las calles cebándose en el cruce de O Piñeiriño. El 30 de diciembre del 1997, con Rey Daviña y la avenida da Mariña empantanadas, la compañera Susana Luaña ironizaba sobre el atractivo turístico de Vilagarcía convertida en Venecia II. A los pocos meses, el 6 de marzo del año siguiente, en La Voz se dibujaba una especie de Estrella del Agua de Vilagarcía de Arousa, con su centro en el cruce de O Ramal y tres brazos formados por Rey Daviña, Juan Carlos I y Rosalía de Castro. Una estrella urbana convertida aquellos días en un pantano. El 23 de marzo del 2001, más de lo mismo. Y siempre, gobernara el PP o el PSOE, la misma promesa de cambios de tuberías y reformas y el mismo olvido en cuanto salía el sol y borrábamos de la memoria las lluvias torrenciales.
El puerto que lo cambió todo
Vilagarcía era una preciosa ciudad junto al mar. La llamaban perla con razón: las playas llegaban hasta las fachadas de las casas, había balnearios y cafés levantados sobre el agua, presumía de un estético muelle de hierro adecuado a las necesidades portuarias… Pero un día, se hizo imprescindible construir un puerto acorde con los tiempos y una evidencia se imponía: el mejor lugar era Punta Preguntoiro, en Vilaxoán, con el calado adecuado. Pero oscuros manejos, presiones externas, conspicuos personajes y el puerto acabó construyéndose justo en la fachada de Vilagarcía al mar y claro, las playas se retiraron, el balneario feneció, la ciudad se alejó del mar y las calles robadas al océano se inundaron como si aprovecharan la lluvia para llorar por la condición perdida. ¡Ah, y el remate! El puerto no servía como se hubiera deseado porque, evidentemente, no tenía calado suficiente.
Desde entonces, Vilagarcía es una ciudad con un anhelo sentimental: recuperar la fachada marítima. En la Navidad de 1991, el alcalde Javier Gago, en su primer año de mandato, envió una felicitación navideña a los vecinos en la que se dibujaba la Vilagarcía del siglo XIX con el mar llegando hasta la gasolinera de San Roque. Y esta sección, El Callejón del Viento, antes de adoptar ese cliché, se llamó durante un par de años De Espaldas al Mar.
Recuperar la fachada marítima
La política municipal y portuaria de Vilagarcía se ha centrado, desde hace 40 años, en recuperar la fachada marítima y abrirnos al mar. Ahí están las playas rellenas de arena, el parque Miguel Hernández, la zona de ocio frente al muelle, el palafito inspirado en el balneario, O Cavadelo reurbanizado y, ahora, la recuperación del muelle de O Ramal para la ciudad y el ocio. Pero hay situaciones que parecen no tener solución: si la calle se llama Del Río será por algo y no la vas a levantar para convertirla en la Vilagarcía navegable que proponía Susana con ironía. Y Clara Campoamor, que ha quedado preciosa, parece que se anega si caen 56 litros, pero no si caen 44. Es verdad que el pantano duró 25 minutos, pero protagonizó la trifulca política durante días.
Acostumbrémonos a lo que aventurábamos desde El Callejón hace un año: tras pasar medio siglo aferrados al eslogan «Abrir Vilagarcía al mar», dispongámonos a pasar otros 50 años agobiados por el cambio climático y encerrados con un objetivo: «Proteger Vilagarcía del mar».