
El ciclismo galaico perdía hace una semana a una de las figuras de su historia. A un corredor, maestro, director, y orfebre de bicicletas capaces de ganar la Vuelta a España
07 nov 2015 . Actualizado a las 14:22 h.Hace una semana que el ciclismo gallego perdía a un sabio y orfebre de fino trazo, para ganar un referente histórico, cuya vida, obra y ejemplo seguirán inspirando a muchos más futuros rodadores a través de la boca o la pluma de aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo. Porque quienes lo trataron no dudan en situar a Modesto Sánchez Alba, Teto para el mundillo, como una de las figuras más influyentes en la historia del ciclismo galaico hasta su deceso. No tanto por los éxitos deportivos de los que los que resultó partícipe directo, que también, como por su papel de pionero en su etapa de corredor, y por su impacto en quienes pasaron por sus manos, o dejaron en ellas la fabricación de sus máquinas a dos ruedas y pedal.
Con 88 años recorridos se paró Teto. Casi nueve décadas de carrera por la vida marcadas por la tragedia. Con el fallecimiento de tres de sus cuatro hijos, uno con dos años por enfermedad; otro con 21 en un accidente de tráfico cuando iba para corredor de primer nivel. Golpes brutales contra las cunetas que no cambiaron a una persona «encantadora», como la define su gran amigo y presidente del C.C. Cambados, Ernesto Falcón. Uno de los diez -de doce- hermanos Sánchez de Barrantes que probaron el deporte del sillín y el manillar cuando, en los años 40 y 50, era cosa de aventureros románticos. Hasta el punto de ir y volver en bicicleta a Ourense para poder competir.
Su hermano Marcelino fue el primer gallego en correr la Vuelta a España, retirado por una herida de bala en la Guerra Civil. Teto se quedó a las puertas de la gran ronda tras disputar dos Vueltas a Galicia a raíz de un accidente con un camión en 1948, cuando se entrenaba en A Coruña mientras realizaba el servicio militar. No pudo cumplir el sueño de todo ciclista, pero sí hacer lo que pocos, ser protagonista de más de una carrera de persecución en el velódromo de Palma.
Conocer a su futura mujer lo llevó a vivir a Cambados, donde acabó regentando el taller de motos y bicis de Marcelino cuando este decidió montar otro en Pontevedra. Ahí empezó a forjar su ascendiente sobre tantos y tantos corredores.
Formador, y estratega del mejor equipo amateur español de finales de los 70
Maestro de las primeras camadas de ciclistas cambadeses, en los 70 dirigió por toda la Península a la mayoría de los nacidos en Galicia que llegarían a ser alguien en el pelotón en el mejor equipo amateur de España entre 1976 y 1980, el Cesantesa Riego Lomba. Como Álvaro Pino o José Teixeira. También su hijo Modesto, futuro mecánico del Xacobeo, que no logró correr de profesional. «Dirixíanos como o mellor en carreira. Pero tamén nos limpaba e amañaba as bicis, e nos daba masaxes a todos ao rematar cada día. Por pura afección. El non cobraba», recuerda Modesto hijo, al que le asalta el recuerdo de cuando chaval «meu pai deixaba de gañar no taxi que tivo uns anos para levarme a min e os meus amigos a competir».
«Tiña a visión dun veterán. E logo, era amigo de todo o mundo. Daquela -años 60/70? eramos tres equipos en Galicia, e sempre que precisabamos calquera cousa, botábamos unha man», apunta Horacio Barros, fundador en el 66 del Spol y aún hoy su presidente. ?A nivel galego é unha figura. Porque axudou a moita xente do noso ciclismo cando non había apenas medios?, resalta Barros.
I+D+I de un afamado constructor
A la par Teto se convirtió en un referente nacional como artesano constructor de bicicletas de primer nivel. Fue de los primeros en emplear el titanio en vez del acero, soldando con latón y plata sus cuadros de fabricación propia y hechos a medida del deportista, que le reclamaban desde toda España porque, recuerda Ernesto Falcón, ?eran moi lixeiros? para la época. I+D+I que el orfebre cambadés plasmó, recuerda el presidente del C.C. Cambados, en invenciones como ?unha orquilla traseira que en vez de saír cun tubo do sillín, facíao con dous, acurtando a parte traseira da bicicleta, e botando a roda un pouco máis para adiante. Tivo moito éxito, porque para a escalada era moito mellor?.
Entre los clientes del taller de Teto figuraron grandes nombres del ciclismo gallego y español, pasándose la norma de competir con las bicicletas de sus equipos para dotarse de una Sánchez. Entre ellos, Agustín Tamames y Álvaro Pino, vencedores de sendas ediciones de la Vuelta a España con bicicletas fabricadas por el arousano. Invenciones hoy convertidas en piezas de incalculable valor. Al menos para un Agustín Tamames que, descubría Ernesto Falcón hace escasos meses, luce como oro en paño en el despacho de su empresa el jersey de campeón de la gran ronda hispana de 1975 y la máquina de Teto con la que se subió a lo más alto del podio.
Su taller, el gran ágora de las nuevas camadas de corredores gallegos
Las visitas al taller de Teto se convirtieron en la escuela de varias generaciones de ciclistas gallegos. ?Como persoa era extraordinario, fabuloso. E cos rapaces era moi bo. Sinxelo, moi agarimoso, e sempre dándolles consellos. Ensinaba sen broncas?, rememora Horacio Barros. De ahí que el estudio de Modesto estuviese siempre lleno de vida, y de jóvenes ansioso de aprender del maestro.
Cuando Gustavo César Veloso empezó a dar sus primeras pedaladas como corredor amateur con 18 años Teto ya no era el director deportivo del C.C. Cambados. Y sin embargo ?a primeira vez que saín cos compañeiros do club á estrada leváronme canda el, ao seu taller, para que o coñecese?, recuerda el mejor corredor arousano de todos los tiempos, y uno de los dos únicos profesionales de la comarca hoy en activo.
A buen seguro Teto cruzó su última línea de meta con el orgullo de poder ver abierto el regalo postrero que le hizo al deporte que amó toda una vida. A su nieto Ángel, bautizado con el nombre de los dos tíos prematuramente fallecidos, debutar este año en el pelotón profesional en las filas del W52-Quinta da Lixa de Gustavo César Veloso. Una nueva generación que la saga de los Sánchez entrega a ese mundo al que lleva dedicando su corazón desde hace 80 años, con el sueño renacido de poder grabar su apellido en el palmarés de las grandes carreras solo imaginado por sus ascendientes. Que llegue a acabar ocurriendo será culpa del abuelo Modesto. El responsable, dice Ángel, ?de que yo sea ciclista?. Por sus consejos inmunes al paso de los años. Por su amor al ciclismo y los ciclistas.