Ese día nació Carlos Piñeiro Acha, y ese año abrió su primera tienda; esta Navidad otro Catorce ilumina en Cambados
22 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«Perdón por non falar con vos», se disculpa Carlos teléfono en mano, pero no deja de saludarlos. Sabe de la importancia de mimar al cliente, y le gusta hacerlo. Estos días es un no parar. Con un negocio de electrodomésticos recién abierto y en plenas Navidades, no hay tregua. Buena señal. ¿Qué tal las ventas?, indagamos. «Ben, moi ben». Lo que más tira en fechas como estas siguen siendo la tecnologías: el MP3, las cámaras de fotos, los televisores… aunque la decoración y el menaje -artículos por los que ha apostado fuerte el cambadés- también están teniendo mucho tirón.
Carlos Piñeiro sabe lo que tiene entre manos. Después de un década larga trabajando en dos clásicos de los electrodomésticos en Cambados (Montblanc y Otero), y otro tres años como empresario del ramo, conoce bien el terreno que pisa. Hoy está al frente de dos tiendas Catorce Electrodomésticos, un nombre poco convencional por el que, claro, le pregunta todo el mundo. «Púxeno porque nacín un día catorce e porque foi no 2014 cando decidín abrir en Barrantes», explica, y pese a las reticencias de algunos, el nombre está funcionando bien, afirma.
Carlos Piñeiro es uno de los ex empleados de Establecimientos Otero que, a raíz del declive de la histórica firma cambadesa, decidieron montar negocio propio. Alberto abrió una tienda de frutas y verduras, Juan otra de electrodomésticos en la calle Albariño y Carlos va ya por su segundo comercio. Y suman cinco del mismo sector en la villa. ¿Demasiados quizás? «Hai mercado para todos, nós temos marcas exclusivas que nos distinguen, o que hai que buscar é diferenciarse». Y el trato cercano es fundamental. «É o que nos queda, hai que fidelizar ao cliente. Nós non podemos competir en prezos coas grandes áreas pero si damos un servizo que non dan elas: levamos os produtos á casa, instalamos o que vendemos, quitamos os electrodomésticos vellos, reciclamos ao cen por cen e tamén facemos reparacións. A xente coñécete. Hai quen chama e dime, ‘cólleme a lavadora que vexas’, confían en ti», indica.
Piñeiro es de esos vendedores que infunden confianza, de modo que es difícil que alguien abandone su tienda sin llevarse algo, «aínda que sexa un calendario», y esa es una de las claves para que comercios de pueblo como este resistan el tsunami de los centros comerciales.
Con este Catorce no solo han ganado Carlos y su clientela. También ha ganado la esquina de las avenidas de Madrid con Vilariño, donde un nuevo y bonito escaparate alumbra la Navidad. «Foi unha casualidade. Pasei por alí un día do Albariño, preguntei e resulta que foi o mellor local que atopei na relación calidade-prezo». Le urgía encontrar un sitio. Tien-21 buscaba un reemplazo a Otero, y quién mejor que él para recoger este guante. De modo que no se lo pensó dos veces y en mes y medio abría otra tienda, esta al lado de casa. «Eu si síntome profeta na miña terra. Estou moi contento traballando no meu pobo», comenta. Un pueblo que conoce al dedillo, de día y de noche. La instalación de neveras, lavavajillas y hornos le permitió entrar en cientos de casas y tratar con infinidad de personas. Y la barra de un bar fue, en sus años de juventud, su mejor escuela de relaciones públicas. Porque Carlos también tuvo un local de copas: el Xarope.
Esa aventura la emprendió con veinte años y le duró ocho. Fue duro porque mientras los demás se divertían a él le tocaba trabajar, pero le fue de mucha utilidad en el futuro. «Detrás da barra aprendes a relacionarte, ten algo de psicoloxía, e acabas facendo moitos amigos que agora son clientes tamén». Por aquellos años todavía tenía tiempo para cultivar una de sus aficiones: pintar. Llegó a exponer y todo, pero con dos negocios entre manos, ha tenido que colgar los pinceles. «Será unha desas cousas que recupere cando me xubile».
Ahora su vida gira en torno a las tiendas, y su sueño, también. «Como empresario tes moitas preocupacións, estás todo o día pendente e cando vas durmir segues pendente do traballo». Pero las circunstancias mandan. Con 38 años y sin perspectivas laborales, decidió sumarse a ese regimiento de emprendedores que probó suerte como autónomo. Eran todavía tiempos de crisis, pero la cosa funcionó. «Son moi positivo e iso nótase». Damos fe.