Nueve jóvenes de Bamio tomaron las riendas de la celebración en honor a San Roque, y en su empeño están logrando contagiar de optimismo y de actividad a todo el lugar
19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Fue el verano pasado, durante las fiestas de Santa Baia, cuando una voz susurró la idea. «Tiñamos que coller nós a comisión de festas de San Roque». Aquella frase lanzada al aire aterrizó en los oídos de Christian Millán, que reconoce que no necesita mucho para dejarse liar en los más extravagantes proyectos. Y en este asunto se lio. Se lio tanto que en septiembre ya se había convertido en el nuevo presidente de la comisión de fiestas de San Roque de Bamio. Una aventura que comparte con ocho amigos de los de toda la vida: Alberto Cores, Jacobo Abelleira, Fernando Lajos, Isaac Rodríguez, José Juan Oubiña, César Caamaño, Ismael Caamaño y Alberto Carou.
De San Roque y de sus fiestas se encargaban, hasta entonces, un grupo de mujeres. Llevaban varios años arrastrando, más como una carga que como una devoción, la organización de las celebraciones que llegan a Bamio el último fin de semana de agosto. «Elas sempre sacaron as festas adiante, e vendo agora todo o traballo que dá, a verdade é que teñen moito mérito. Pero eu creo que, ao final, estaban xa un pouco cansas, porque de todas as que empezaron só quedaban unhas poucas», dicen quienes les han dado el relevo. Así que, entre aliviadas y encantadas, cedieron el testigo «aos chavales».
Aunque Christian y sus amigos no son unos críos, la palabra «chavales» no los define mal, la verdad. El mayor del grupo tiene 37 años; el más joven peina 29. Tienen sus trabajos, o sus estudios, sus vidas tomando forma. Y están repletos de esa energía que solo se agota con los años, y que les permite aún salir una noche y levantarse a la mañana siguiente para ir a jugar al fútbol. Esa energía, también llamada juventud, hizo que en Bamio se desatasen algunas suspicacias. «Houbo xente que se preocupou un pouco, porque pensaban que iamos facer unha revolución, unhas festas para a chavalada», cuentan los nueve protagonistas de esta historia.
Pero nada más lejos de sus intenciones. Si algo tienen claro los nueve jinetes de San Roque es que las fiestas tienen que ser «de todo o pobo». Y que si bien es cierto que acarician proyectos para animar a los más jóvenes a participar de ellas -les gustaría, por ejemplo, hacer un concierto en la playa-, también es verdad que no quieren que los vecinos más veteranos se sientan arrinconados. «Non se pode facer nin unha festa para mozos, nin para maiores. Ten que ser unha cousa compensada, unha festa tradicional para todo o mundo», sentencian. Así que, entre otros retos que se han marcado, figura «ir recuperando cousas que se facían e que se deixaron de facer, ou que xa non levan tanta xente». ¿Un ejemplo? La procesión de San Roque. De ser un acto masivo en el que se llegaban a portar tres santos en volantas, esta ha pasado a convertirse en una cita minoritaria. Y San Roque desfila sin compañía de otras imágenes. «Gustaríanos volver levar á xente á procesión», dicen los integrantes de la comisión. Uno de ellos confiesa, incluso, que le encantaría poder llevar al santo a hombros. Pero sabe que es complicado: «hai xente que leva trinta anos facéndoo, non llo podes quitar».
Pero hablemos de dinero. Para sacar adelante unas fiestas en las que todo el mundo tenga su espacio es necesaria una buena provisión de fondos. Cuando sacamos el tema, los nueve amigos resoplan. «Dende que entramos non paramos de traballar». Y es que trabajo es decidir qué cosas van a hacer para conseguir que los vecinos aflojen la cartera. «Somos nove a pensar, temos moitas ideas. E outras moitas sacámolas da xente doutras comisións de por aquí».
Una de las actividades en la que más tiempo han empleado es en la lotería. Han trabajado bien el terreno: su cuenta de Facebook da fe de sus esfuerzos. «No Nadal non paramos nin un día», dicen. Con sus talonarios a cuestas recorrieron toda la aldea y muchos otros lugares. Valga, Isorna, Codos, Corón o Saiar fueron algunas de las localidades en las que intentaron repartir suerte. «Facemos todo posible para que, se toca, a xente non se teña que desprazar moito para poder cobrar... Esta vez non fixo falta, porque non tocou».
No se crean que de la lotería han sacado demasiados beneficios. «Os fondos, ao final, saen sobre todo das achegas que fan os veciños». Y concretan: los vecinos de más edad, a los que han agasajado con un calendario «que os deixou moi contentos». Para conseguir que los jóvenes también se mojen, organizan otros eventos, como el campeonato de futbolín que ayer se celebró en Bamio. «É unha forma de animar aos rapaces, de facer que contribúan, e tamén de darlle un pouco de vida á aldea», concluyen estos chavales. Ellos son el alma de la fiesta.
Algunos vecinos se preocuparon con su llegada. «Pensaban que iamos facer unha revolución»
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