Las inundaciones se trasladan a Valga en otra noche de lluvias sin tregua

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VALGA

CEDIDA

Tres voluntarios de Protección Civil trabajaron a destajo en carreteras, puentes y ríos para frenar la avalancha

14 nov 2025 . Actualizado a las 14:25 h.

Si el martes el cielo se abrió sobre Vilagarcía, movilizando a sus servicios de seguridad y emergencias para enfrentar la amenaza del agua, la noche de este viernes descargó ingentes cantidades de lluvia sobre Valga y su entorno. El nivel de las precipitaciones no alcanzó los 56 litros por metro cuadrado que el martes inundaron varios enclaves de la capital arousana, pero, de acuerdo con los datos que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) recogió en su estación más próxima, la de Padrón, a las 22 horas, su momento de mayor intensidad, su volumen se elevaba a 20,3 litros por metro cuadrado, ya en la franja que los técnicos consideran de riesgo.

Con la marea alcanzando su cénit hacia medianoche, el panorama se tornaba sombrío en un municipio particularmente sensible a las inundaciones. El parte de incidencias que los tres voluntarios de Protección Civil tuvieron que afrontar da una idea del ingente trabajo que desarrollaron para frenar la avalancha propiciada por las abundantes lluvias. Tras una semana en la que las pequeñas incidencias se fueron sucediendo, el primer problema de envergadura tuvo como escenario la carretera PO-548, que comunica Pontecesures con Vilagarcía. En el lugar de O Forno, el agua se acumulaba sobre la calzada, entorpeciendo la circulación en un tramo de cien metros. Los operarios comprobaron que los sumideros y el alcantarillado estaban atascados con hojas que impedían que evacuasen tanto pluviales como fecales. Para colmo de males, falló el alumbrado público, por lo que, además de despejar las tragantes, el equipo se encargó de regular el tráfico y aguardar cerca de una hora a que el nivel del agua bajase los suficiente.

Sin apenas tregua, Protección Civil tuvo que intervenir para atajar un problema semejante en el entorno del centro médico y la farmacia. Aunque el agua no llegó a adentrarse en ninguno de los dos, sí inundaba un tramo de unos trescientos metros de la carretera, por lo que sus miembros tuvieron que buscar las arquetas, limpiarlas y aguardar de nuevo a que el agua descendiese.

La escena se repitió en el enlace entre O Coto y O Forno, donde se encuentran las fábricas de Extrugasa y Exlabesa. Agua acumulada sobre la calzada y, de nuevo, el atasco de las tragantes con hojas como causa principal.

Entretanto, en Setecoros se venía abajo el talud de Corneira, invadiendo la carretera EP-8504. Los voluntarios poco más pudieron hacer que señalizar el derrumbe con conos y cinta, haciéndolo visible para los conductores. De inmediato acudieron al río Valga, que se desbordó a la altura de O Carballiño, forzando durante dos horas el cierre de la carretera.

Con la marea bajando y la intensidad de las precipitaciones cayendo a la décima parte, unos dos litros por metro cuadrado, los problemas emergieron, no obstante, en el río Louro, entre O Forno y A Devesa. Los ojos del puente de A Casanova estaban atascados por una maraña de materia vegetal. Lo mismo sucedía en el lugar de Viscaíño, junto a la vía del ferrocarril. Con el agua al ras, fue necesario esperar hasta las ocho de la mañana para que una pala excavadora pudiese liberar ambos viaductos.