Cuando Juan Carlos I venía a la isla de Ons

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Mónica Irago

Tras una Semana Santa apoteósica, llegan las excursiones de mayores y la visita del rey emérito

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La Semana Santa ha sido apoteósica para el turismo. Era abril, pero parecía agosto. Media España se ha movido y el trasiego ha debido de ser de ida y vuelta porque los de Castilla venían a Galicia y los gallegos hacían turismo de interior. Una Semana Santa en la que o reservabas mesa en los restaurantes con antelación o ni comías ni cenabas.

Pero la intensidad turística no para. Acabada la semana de pasión, retornan las excursiones de mayores, que tienen en la ría de Arousa uno de sus destinos favoritos. Y hablando de excursiones de mayores, el rey Juan Carlos también se acercará por aquí. Llega el miércoles desde Londres y estará hasta el fin de semana en Sanxenxo. El domingo regresará a Abu Dabi tras asistir a la Copa de España de vela, en la que participa su barco, el Bribón.

La visita del rey despertará recelos, controversia y mucha expectación morbosa. Qué diferente eran sus visitas a Sanxenxo cuando alboreaba el siglo. Recuerdo la que hizo en septiembre del año 2000, cuando su imagen no había sufrido menoscabo alguno. Viajó incluso hasta la isla de Ons y comió en Casa Checho. A mediados de agosto, Checho se vio sorprendido por la llegada de unos señores de maneras elegantes venidos de Madrid. «Somos del departamento de protocolo de la Casa Real», se presentaron y le comunicaron que el rey Juan Carlos iba a visitar la isla y comería en su restaurante.

Los responsables del protocolo real inspeccionaron el local, decidieron dónde se celebraría el banquete y, a los pocos días, operarios de Medio Ambiente prepararon el entorno: pintar, limpiar y adecentar. Checho, o sea, José Vidal Patiño, y su familia eran los únicos habitantes que vivían en la isla de Ons durante todo el año. Regentaban un hotelito muy bonito situado a la izquierda del camino que asciende desde el puerto.

Checho era un resistente. No abandonó la isla ni tan siquiera cuando a finales de los año 70 se fueron todos los vecinos. La isla de Ons estaba habitada en 1960 por 535 personas que se dedicaban a la pesca. Vino después el éxodo al que solo se resistió Vidal Patiño y en los años 70, Ons se convirtió en punto de destino de un turismo especializado de biólogos, historiadores e investigadores en general. Acercándose los años 90, llegó la invasión hippie: bohemios, rastafaris, vagabundos y alternativos que convirtieron la isla en la Ibiza gallega. Hasta que los vecinos que volvían a Ons durante el verano decidieron que no querían hippies por allí y en la histórica y rocambolesca batalla de Melide (verano del 95), los derrotaron y expulsaron.

Juan Reiriz, O Domador de Hippies, Abuelo Conde, O Jarulo y otros nativos al mando de Rafa, el alcalde pedáneo, tomaron por asalto al anochecer el campamento hippie de Melide. Llegaron por mar en la zódiac de un buque oceanográfico anclado en la ensenada isleña. Arriaron la bandera pirata que ondeaba en la copa de un árbol, expulsaron a las felices tribus bohemias y restablecieron el orden en Ons. Quince años después, la visita real a Ons certificaba que el enclave marítimo se había convertido en una isla como dios manda. Mucho han cambiado las cosas desde entonces en la Casa Real, pero Ons sigue siendo un paraíso, aunque haya perdido su gracia hippie.

Cuando la isla tenía más de medio millar de habitantes, la península de O Grove era un paraíso sin chalés ni urbanizaciones, pero al tiempo que se producía el éxodo en Ons, se creaba la urbanización San Vicente do Mar, impulsada por Miguel de la Cierva, hermano del historiador más mediático de la época, Ricardo de la Cierva. Sucedía en 1968, se levantaban los primeros chalés y tres años después se constituía una segunda urbanización, Pedras Negras, impulsada por César Ouro, donde empezaron a veranear madrileños, compostelanos, ourensanos y lucenses.

Cuando don Juan Carlos empezó a venir a Sanxenxo, en San Vicente veraneaban Cuiña, José Luis Baltar y José Bono. Vilagarcía, mientras tanto, mantenía su toque chic compostelano con los veraneos de los médicos de Santiago: los descendientes del doctor Gil Casares, a cuya casa en la playa de Compostela venía a pasar unos días la Condesa de Fenosa, los Sánchez Harguindey, descendientes de otro respetado médico compostelano, y hasta el presidente de la Xunta y también médico Gerardo Fernández Albor, con apartamento en Ribaínsa. Por A Toxa se veía en verano a José María Calviño, padre de la ministra de Economía Nadia Calviño y en la plaza de abastos de O Grove era muy común encontrarse con Cristina Villar, viuda de García Cambón, fundador de la maderera Finsa.

Arousa es un paraíso y sigue siéndolo por más que nos empeñemos en destrozarlo. Cuando te has criado aquí, los ojos se habitúan a la belleza y no la valoras. Cuando daba clase en el Armando Cotarelo, llamaba la atención de mis alumnos, los invitaba a callarse, a cerrar los ojos, abstraerse, borrar de su mente todas las imágenes y después abrir los ojos y mirar por las ventanas del aula para empaparse de la visión de la ría. Algunos reconocían la belleza y entendían que vivían en un rincón del mundo que atrae a reyes y plebeyos, a hippies, condesas y bohemios.