Un cementerio de gamelas y plástico marino crece ante la isla de Cortegada

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Mónica Irago

El colectivo Limpa Arousa pelea por mantener limpio un tramo de costa que se le atraganta a tres Administraciones

22 may 2024 . Actualizado a las 04:47 h.

Hay que estar hecha de una pasta especial, y no precisamente de plástico, para emprender la titánica tarea que desde hace años carga sobre sus hombros una vecina de A Rosa, en Carril. Ver cómo la basura se acumulaba en el pequeño tramo de costa ante el que creció le dolía a esta mujer hasta el punto de que acabó convirtiendo cualquier paseo en una localización y retirada sistemática de residuos. Haciendo de la necesidad virtud, la crisis de los pélets le brindó, al menos, la posibilidad de contactar con gente dispuesta a colaborar en este empeño. Así nació el colectivo Limpa Arousa, que reúne a media docena de voluntarias con la intención de «crear conciencia e animar a xente da nosa contorna, porque dá vergoña que se nos estea ofrecendo xente de fóra, da Coruña ou un rapaz de Madrid que vén a fin de semana».

La fundadora del grupo prefiere ceder el protagonismo al trabajo en equipo, que dispone ya de su propio perfil en Instagram: limpiarousa. Concebido como un punto de encuentro en las redes, este espacio constituye una denuncia clara de lo mucho que se está haciendo mal con respecto a la protección del medio marino. Y no hace falta una marea negra para caer en la cuenta de ello.

El entorno de A Rosa, situado frente a Cortegada, uno de los cuatro archipiélagos de las Rías Baixas que conforman el Parque Nacional das Illas Atlánticas, se ha convertido en una suerte de cementerio de gamelas. No solo bajo el mar, sino también en superficie. Al pie de la vieja conservera Malveira languidecen una decena de embarcaciones abandonadas, que el personal utiliza como basurero. «Moita xente pasea agora por esta zona, dende que temos o banco peregrino e o acceso ao lavadoiro, pero está claro que tamén moitos dos que veñen ao mar botan aquí a bolsa de plástico co papel de aluminio do bocadillo e a lata de cervexa».

La nómina de pequeñas pero constantes agresiones es interminable. Una parte viene dada por la basura que arrastra el mar. Hasta aquí descienden también furgonetas que arrojan escombro y uralita«aínda están os restos dun vertido que denunciei hai catro anos e ninguén veu recoller, cada vez máis rotas e difíciles de apañar»—, los cabos de las embarcaciones, fabricados con material plástico, siembran de hilos diminutos la arena y el agua cuando se degradan. La pintura se disgrega. Los temporales han traído el poste arrancado de un pantalán. Fabricado en poliéster y corcho, es una verdadera bomba de relojería. Si nadie lo remedia, acabará disgregándose en la misma ría que alimenta la pesca y el marisqueo.

MONICA IRAGO

La titularidad de este rincón se debate entre tres Administraciones: la Xunta, a través de Portos de Galicia; el Estado, con la Dirección General de la Costa y el Mar, y el propio Concello de Vilagarcía. Esta indefinición conduce a que ninguna de ellas le meta mano al problema. «Chamamos ao Seprona da Garda Civil, ao 112, a Portos e á Policía Local, e aquí segue». Como un principio matemático aberrante, tres aquí es igual a cero.