Marina Mercante acaba con décadas de trabajo en precario para recolectar la semilla del mejillón gallego

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Martina Miser

El proceso para conceder despachos a las planeadoras de los 3.700 bateeiros que trabajan en Galicia ha exigido 25 años

12 dic 2024 . Actualizado a las 04:46 h.

Un buen motivo justificaba ayer el notable desembarco institucional que registró la sede de la Organización de Produtores de Mexillón de Galicia (Opmega), en Vilagarcía. En sus instalaciones, ubicadas en el Consello do Mexillón, se dieron cita el director general de la Marina Mercante, Gustavo Santana; la directora general del Instituto Social de la Marina, Elena Martínez; el propio presidente de Opmega, Ricardo Herbón; el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada; y la directora territorial de la Consellería do Mar, Elena Suárez, que disculpó la ausencia del conselleiro Alfonso Villares, enzarzado en plena negociación sobre los cupos de pesca en Bruselas. Su objetivo, firmar la instrucción que pone fin a décadas de trabajo en precario en una labor fundamental para el sector: la recolección en el litoral exterior de la preciada mejilla, la semilla que después engordará en las cuerdas de las bateas.

La tarea no es sencilla, puesto que exige alcanzar zonas muy escarpadas de la costa y saltar a las rocas. Para ello, los bateeiros emplean embarcaciones auxiliares, del estilo de las planeadoras, en las que no es extraño que naveguen tripulaciones asignadas a diferentes barcos mejilloneros. A través de esta vía, el sector obtiene el 80 % de la cría de mejillón que sostiene su actividad. El resto procede del desove del molusco en las propias bateas. La recogida de mejilla es, por lo tanto, imprescindible, y no puede llevarse a cabo de otra forma.

El problema consiste en que, por su condición de embarcaciones asignadas a la cuarta lista, ni las planeadoras ni los propios barcos bateeiros deben navegar fuera de las rías, cubriendo las grandes distancias que en muchas ocasiones requiere la recolección de la cría de mejillón. En estas condiciones, ninguna capitanía marítima puede entregarles el correspondiente despacho, la certificación de que cumplen todas las condiciones precisas para llevar a cabo su cometido. Obviamente, la cobertura de contingencias profesionales por parte del Instituto Social de la Marina resulta más que problemática, ya que carecen de la necesaria cobertura legal.

«Corregimos este punto gracias a la cooperación entre Administraciones, y es de agradecer tanto el esfuerzo del sector al plantear esta reivindicación como la perseverancia de las instituciones, de los capitanes marítimos y de sus equipos», subrayó el director general de la Marina Mercante. En la sala también estaban los capitanes de A Coruña, Gonzalo Guillén, y de Vilagarcía, Juan Andrés Pérez, quien, como supervisor de la mayor de las rías mejilloneras de Galicia, ha trabajado a fondo junto con su gente para alumbrar la regularización.

El director general de la Marina Mercante, Gustavo Santana, en el centro de la imagen, firmó la regularización en la sede de Opmega en Vilagarcía
El director general de la Marina Mercante, Gustavo Santana, en el centro de la imagen, firmó la regularización en la sede de Opmega en Vilagarcía MARTINA MISER

Herbón, que agradeció «este paso decisivo para la estabilización del sector», recordó en los pasillos que la primera solicitud data de hace 25 largos años. «Hemos tardado un poco —reconoció la directora del ISM— pero el resultado es bueno».

A partir de ahora, las planeadoras podrán adaptarse para ser certificadas como embarcaciones de pesca, susceptibles de recibir sus despachos a la hora de navegar más allá de las rías y recoger la mejilla. La norma abriga, además, la figura de los enroles múltiples. Las tripulaciones, por su parte, deberán ser autorizadas por la Xunta para ejercer la tarea de recolección de la cría. De ahí la imperiosa necesidad de que la instrucción contase con el visto bueno tanto de la Administración del Estado como del aparato autonómico.

Un dato ayuda a calibrar la importancia del paso que acaba de ser escenificado en Vilagarcía: en Galicia trabajan 3.700 bateeiros. Cada empleo directo en el sector genera cinco indirectos.