Unas treinta aves foráneas se han resguardado en el Parque Natural de Corrubedo huyendo del temporal El Parque Natural de Corrubedo es un cobijo perfecto para que las aves se resguarden del viento y la lluvia. Desde que comenzó el mes, unos treinta ejemplares han recalado en el paraje de Ribeira huyendo de los temporales que azotan al norte y el Este de Europa. El último en hacer escala ha sido un alcatraz adulto de un metro de altura. El animal fue trasladado al Centro de Recuperación de la Fauna Salvaje, donde será sometido a un minucioso examen y a un período de preparación al vuelo.
30 dic 2000 . Actualizado a las 06:00 h.El alcatraz fue encontrado el viernes en una charca próxima a la laguna de Carregal. Aparentemente no presenta lesiones y tanto las alas como las patas, las zonas más sensibles, se hayan perfectamente. El biólogo del parque, Manuel Somoza, defiende la hipótesis de que el animal esté estresado por haberse visto obligado a desafiar algún temporal. Es posible que proceda del norte o del Este de Europa y que emprendiese el vuelo huyendo del viento. El alcatraz no ha sido más que una de las numerosas aves marinas depredadoras que han recalado este mes en el paraje. El recinto reúne condiciones excepcionales para estos animales, puesto que consta de áreas húmedas y posee elementos geológicos y geomorfológicos que lo resguardan de los temporales, la propia duna actúa como protección contra el viento. Las aves hallan en el complejo ribeirense comida y la tranquilidad suficiente para reponer fuerzas antes de emprender el vuelo. El mal tiempo ha propiciado que este invierno la llegada de animales oceánicos haya sido mucho más elevada que en otras ocasiones. No sólo aves oceánicas procedentes de Europa eligieron el parque para reponer fuerzas, también un pato acollarado vino a parar al complejo dunar. Se trata de una especie natural del norte de Estados Unidos, difícil de ver por estas tierras. Es muy posible, según el biólogo Manuel Somoza, que perdiese el rumbo debido a algún temporal de viento y lluvia. Los cuidadores del paraje también han observado este mes la existencia de paíños, un ave oceánica de aspecto frágil que suele recorrer grandes distancias. Algunos no pudieron soportar el estrés y murieron. Sin embargo, fueron trasladados al Centro de Recuperación de la Fauna Salvaje para que los expertos pudiesen estudiar su forma de vida, procedencia y edad: «Todos los ejemplares tienen importancia científica», manifiesta Manuel Somoza.