De parches, patas de palo y garfios

Alicia Fernández

BARBANZA

03 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cada día que pasa salta a las páginas de los diarios un nuevo caso de corrupción. Es evidente que a estas alturas ya nada ni nadie consigue sorprender mucho al respetable. Afectan a todas las Administraciones, a las instituciones -armadas o civiles-, organismos y empresas. Aquí no se salva ni el apuntador. Ahora le ha tocado el turno a la SGAE, paradigma de la bicha en este país. Los camaradas de Teddy Bautista ya han sacado en procesión la parafernalia del humo versus presunción de inocencia, que a nivel jurídico no discuto; pero cuando un juez sensato, con la ley en la mano, ha llegado al punto de ordenar detenciones y registros, sinceramente no me creo que haya dormido mal o que su santa señora le montase un pollo en casa y lo pague en el trabajo. Porque además, en todos cuantos casos similares recuerdo, salvo por haber invalidado pruebas -¡no los hechos o que sea falso lo que se dice en las grabaciones!- siempre se ha demostrado la existencia de faltas o delitos. Tan solo nos queda ya una institución sin escándalo, la Monarquía, que, a pesar del ruxe ruxe por algún amiguete rana, consigue mantener en blanco este apartado de su historial. En los tiempos de vacas gordas este sistema corrompido se ocultaba detrás de los oropeles y el boato del liberalismo salvaje; pero ahora, con miles de familias desahuciadas y millones de personas en el paro, cada caso zahiere la dignidad colectiva de esta tierra de piratas al sur de los Pirineos. Más parecida a una cueva de Alí Babá que a un país de la Unión Europea.

Esto, señoras y señores, no se arregla marchando el inefable Zapatero. Porque su lugar lo ocupará un señor cuyo mérito más notable ha sido sentarse a esperar como se desangra este país y que cuando le interesa admite procesados por corrupción en sus filas. Aunque después, con dos bemoles, ordene a sus alcaldes y presidentes de comunidades autónomas auditar las cuentas de esas entidades ¡Que sería para mearse de risa si no estuviesen fagocitando nuestras carteras! Y que les pida programas de ahorro y sensatez presupuestaria para que luego cada cual de su capa haga un sayo, ante la total pasividad de quien lo ha ordenado.

El nivel de desvergüenza y la falta de escrúpulos han llegado a tal punto que estos días, en un contexto de crisis profunda, se fijan honorarios y dedicaciones exclusivas con un descaro insultante. Porque siempre hay un argumento para justificarlo: que si nos ahorramos unos euros con respecto a la pasada legislatura, que así tenemos más personas liberadas o que así tenemos menos, que comparen con el resto de la comarca? Y a renglón seguido no se pueden atender necesidades básicas del municipio o hay que contratar por días a los profesionales indispensables. Pasan unos, vienen otros y vuelven los primeros, pero las mañas y la mierda son las mismas. Hasta tal punto forman parte del sistema que ya no lo imaginamos sin ellas, lo cual da para una depresión profunda. Cada día lo tengo más claro: ¡bendito 15-M!