Pese a la prohibición, con amenaza de multa incluida, de caminar sobre la arena, miles de huellas dan forma a un ancho camino
14 jul 2015 . Actualizado a las 07:56 h.Aún son muchos los barbanzanos que recuerdan las tardes de diversión deslizándose, ayudados por plásticos y otros artilugios, por el gran tobogán que forma la ladera de las dunas de Corrubedo. Pero hace ya tiempo que esas estampas pasaron a la historia. De hecho, desde el 2006, está totalmente prohibido pisar la arena de la gran montaña amarilla que preside el parque natural. Hay incluso carteles que alertan de que se trata de una zona vigilada y de que infringir la normativa puede conllevar el pago de cuantiosas multas. Pero la realidad es que, todos los años por estas fechas, miles de huellas forman un camino sobre la arena. Este verano no es una excepción.
Al llegar a la valla de madera que pone fin a la gran pasarela que lleva a los visitantes desde la zona de aparcamiento hasta los pies de la gran duna móvil, es perfectamente visible un camino ancho, formado por incontables huellas, que atraviesa la elevada montaña. El destino de las numerosas personas que fueron dando forma a esta senda está claro: la paradisíaca playa que se extiende al otro lado del promontorio.
Evitar un gran rodeo
El motivo que lleva a parte de los cientos de visitantes que recibe cada día de verano el parque natural a peregrinar sobre la duna está claro: quieren así evitar el gran rodeo que hay que dar para llegar a la parte central del arenal, la zona menos masificada. Y es que, para acceder a este punto habría que hacerlo desde el extremo en el que se encuentra el Cielga, y caminar después por la orilla, o bien desde la misma zona de estacionamiento de la gran duna, pero tomando el largo sendero que lleva a la laguna de Carregal.
En ambos casos, se trata de los extremos de una zona arenosa que mide unos cuatro kilómetros de longitud, por lo que llegar al medio supone una caminata considerable. Muchos prefieren arriesgarse a ser multados.