Los seis detenidos por pesca ilegal ya pagaron los 600.000 euros de fianza

Javier Romero Doniz
Javier Romero RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Cada uno de los arrestados abonó 100.000 euros y está prevista su puesta en libertad a lo largo de la tarde. Están acusados, además, de blanqueo de capitales, falsedad documental y organización criminal 

10 mar 2016 . Actualizado a las 16:10 h.

Los seis detenidos por pescar ilegalmente merluza negra en aguas de la Antártida, cinco de ellos miembros de una familia de armadores de Ribeira, saldrán de prisión tras pagar las fianzas de 100.000 euros que ayer les impuso la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. Según informaron fuentes jurídicas, todos ellos ya han abonado los 100.000 euros que les impuso a cada uno la magistrada tras tomarles declaración. Cinco de los detenidos pertenecen a una misma familia, propietaria de la compañía Vidal Armadores, y la juez les imputa delitos contra el medio ambiente, integración en organización criminal, blanqueo y falsedad documental. Los imputados, según informaron fuentes judiciales, abonaron el dinero en la mañana de hoy y la misma Audiencia Nacional ya envió los autos a la prisión para notificar su puesta en libertad. Por ahora se desconoce si los acusados tienen pensado regresar de inmediato a Ribeira.

Los seis detenidos son el fundador del grupo, Antonio Vidal Suárez, sus hijos Belén, Ángel y Antonio Vidal Pego, su yerno Joaquín Manuel Pérez Maiño y Francisco Rama Gago, a los que se acusa de pescar de manera ilegal esa especie protegida, que solo puede capturarse por cuotas establecidas.

En el auto de prisión, la juez señala que este «grupo organizado», a través de «un entramado de empresas nacionales e internacionales», llevan pescando de forma ilícita «austromerluza» (otra de las denominaciones de la merluza negra) desde al menos 2006 y para ello usaban varios buques registrados a nombre de empresas en terceros países «con banderas de conveniencia y constantes cambios de nombre».

Lamela investiga también si derivaron para la compra de un pesquero parte de la compensación que obtuvieron de una aseguradora tras el hundimiento de uno de sus buques, el Reefer Louyang, que reconoció ante la compañía de seguros que llevaba una carga ilícita, concretamente pescado capturado en la Antártida por sus pesqueros Kunlun, Yongding y Songhua.

Según la juez, una empresa domiciliada en Belice cobró la indemnización, de 6,3 millones, de los cuales 5,1 fueron por compensación a la pérdida de la carga, «aún siendo ésta de origen ilícito». De ese dinero, que pasó por otras dos empresas de la red, se usaron 2,3 millones para adquirir el pesquero Txori Urdin. «De esta manera, los responsables del grupo Vidal consiguen blanquear parte de la indemnización recibida por la pérdida de una carga ilícita, convirtiéndola en el pago de un buque ilícito», asegura la juez.

Otros de los movimientos sospechosos de los cuatro barcos vinculados a la familia Vidal fue la llegada en marzo del 2015 al puerto de Phuket (Tailandia) del buque Kulun bajo el nombre de Taishan, que declaró una carga de 183 toneladas de mero cuando en realidad era merluza negra.

Como las autoridades tailandesas detectaron la ilegalidad, el barco les comunicó que iba a repostar gasolina y aprovechó para abandonar el puerto y dirigirse a Senegal, donde el buque intentó, ahora con el nombre Asian Warrior, descargar la mercancía alegando que era atún.

La familia originaria de Ribeira (A Coruña) usaba para sus actividades un entramado empresarial con compañías nacionales y otras ubicadas en países como Belice, Suiza o Panamá, que poseía buques que llegaban a cambiar de nombre varias veces, como fue el caso del Kunlun, que solo entre el 2004 y el 2008 pasó a denominarse Thule, Eolo, Red Moon, Black Moon y InaMaka.

La merluza negra, cuya denominación científica es Dissosstichus eleginoides y que también se conoce como bacalao de profundidad o róbalo chileno, es una especie protegida que llega a medir más de dos metros y pesar cien kilos. Es uno de los peces de mayor tamaño de la Antártida.

Las capturas de esta codiciada especie de carne blanca son tan lucrativas que los pescadores ilegales le llaman el «oro blanco», porque una carga media de 1,5 toneladas puede suponer unos 76 millones de euros y se vende a restaurantes de lujo de Estados Unidos, Japón y, recientemente, Australia.