Si hubiera que ponerlo en términos gastronómicos, los ayuntamientos serían como la mayonesa, esa gran salsa española que desbancó a la bechamel por su versatilidad. Si se prefiere el ámbito de la ilustración y la ficción, las Administraciones locales son como los superhéroes de los cómics y, al igual que ellos, cuando las cosas van bien todo son elogios y, cuando van mal, tienen que salir al rescate para defender su honor y para salvar al planeta, sea cual sea la amenaza que lo aceche. Aquí no valen las especialidades, un ayuntamiento tanto se pone el traje de faena para ayudar a una familia que corre el riesgo de quedarse sin vivienda como se enfunda el delantal para hacerse cargo de una celebración gastronómica que corre el riesgo de pasar a mejor vida.
Algunos pueden pensar que calificar de superhéroes a los ayuntamientos es una exageración, pero que piensen a qué entidad recurren primero y cómo. Ojo, que un ayuntamiento no es un alcalde. Porque los alcaldes vienen y van, pero los ayuntamientos y el engranaje que lo mueve permanecen y los hechos ponen de manifiesto que allá donde haya una causa está el ayuntamiento.
Cuando parecía que el dinero no iba a acabarse nunca y había subvenciones hasta para comprar lápices de colores, proliferaban las más diversas iniciativas, con independencia de que fueran rentables o no e, incluso, de que los principales destinatarios de las mismas se implicaran en la organización.
Un ejemplo de esto son las fiestas gastronómicas que, visto lo visto en la comarca, o terminan desapareciendo o van a tener que ajustarse. La ARE se suma a la lista de entidades que, debido a cuestiones económicas, renuncia a la realización de la Festa da Xouba. Siempre consideré curioso que entidades de empresarios se ocupasen de celebraciones que no representaban al grueso de sus asociados, como también sucedía con la fiesta del pulpo sonense, que cuando vinieron mal dadas dejó de hacerla y cogió el testigo el Concello. Cabe preguntarse por qué no se ocupó la cofradía y lo mismo ocurre en el caso rianxeiro.
También en Ribeira sucedió algo parecido. Como es lógico, era la cofradía de Aguiño la que organizaba la fiesta del percebe. Un año sus dirigentes determinaron que no les salía a cuenta y optaron por hacer borrón y cuenta nueva. Si así lo han querido es como debe ser. Sin embargo, al final acabó saliendo al rescate de la cita el Concello. Vamos, una colección de superhéroes.