Las quejas vecinales reactivan el control sobre ruido y horarios en la hostelería

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Los ayuntamientos han abierto más de quince expedientes en los últimos meses

13 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque la movida en Barbanza ha decaído mucho en los últimos años y lugares que ejercieron gran atracción, como Boiro, son «una sombra de lo que fueron», como afirman quienes vivieron otras épocas de apogeo nocturno, eso no significa que la actividad de ocio haya cesado, ni tampoco que no ocasione problemas. Son bastantes menos que antaño, pero todavía hay locales que abren casi hasta el amanecer y que causan molestias. Desde principios de año, un cambio en la normativa autonómica deja en manos de los ayuntamientos el control sobre el horario de los locales, circunstancia que, unida a la existencia de quejas vecinales, ha propiciado un mayor control, tanto sobre el cierre como sobre los ruidos.

Según la información facilitada por los concellos, actualmente hay más de quince expedientes abiertos y varios dirigentes locales, como el noiés Santiago Freire, el sonense Luis Oujo o la muradana María Xosé Alfonso, reconocen que el hecho de que no siempre haya guardias nocturnas en la Policía Local dificulta los controles.

En Boiro, el regidor, Juan José Dieste, explica que tiene un contrato de servicio con una empresa que se encarga de efectuar las mediciones de sonido en bares y casas cuando hay quejas. También indica que se dotó a los agentes de un nuevo sonómetro. Precisa que están en curso cuatro expedientes con propuesta de sanción. Además, el Concello realizará una modificación en la ordenanza sobre contaminación acústica para adaptarla a las nuevas directrices de la Xunta.

«Hay que tomar medidas»

Hace unos días, el Concello de Ribeira ordenó el cierre de un establecimiento por falta de insonorización. Sin embargo, en la calle Manzanares se suceden las quejas vecinales y las llamadas a la Policía Local, principalmente por la música excesivamente alta de un par de establecimientos, por el ruido de la gente en la vía pública, por la suciedad y por algún que otro altercado. Hace una semana, una mujer denunció en comisaría que habían pegado a su hermana, de 16 años.

El regidor, Manuel Ruiz, asegura que la situación es intolerable y sentencia: «Hay que tomar medidas». Manifiesta que «en la situación actual no puede continuar» y comenta que «los locales tienen que adoptar medidas» en aspectos como, por ejemplo, sacar bebidas fuera del establecimiento. Insiste en que tiene que haber un ocio respetuoso con los vecinos.

De hecho, el alcalde ha convocado para el miércoles al presidente de la entidad vecinal de Bandaorrío para una reunión a la que también acudirán el concejal de Seguridade Cidadá y la Policía Local para abordar los problemas existentes. El mandatario señaló que se intensificará la vigilancia policial.

También en Porto do Son se registran problemas y el mandatario, Luis Oujo, señala que hay media docena de denuncias: «Hai algunhas por ruídos na rúa e tamén porque algúns locais pechan á hora, pero continúan coa música dentro». Como no hay guardias nocturnas de los agentes locales, Oujo explica que es la Guardia Civil la que, en la medida de sus posibilidades, realiza controles. El alcalde se muestra inflexible: «A lei hai que cumprila».

Los problemas ocasionados por un par de establecimientos motivaron que vecinos del casco urbano de A Pobra recurriesen al Valedor do Pobo. Al parecer, desde hace unos meses la situación está más controlada y no se registran los desmanes de antaño.

Por su parte, en Muros, la regidora manifiesta que hay un par de expedientes abiertos y subraya que se registran tanto incumplimientos de la normativa como molestias causadas por el ruido en las calles.

«Andan en caravana durante toda a noite e rachan con todo»

Una mujer residente en la calle Manzanares de Ribeira que prefiere mantenerse en el anonimato elimina las huellas que la movida de la noche anterior ha dejado tanto en las repisas de sus ventanas como en la puerta y afirma: «Andan en caravana toda a noite e rachan con todo. Os venres e os sábados é sempre igual. Aquí non se pode durmir e, xa ves, mira como teño que andar a limpar».

Con el palo de la escoba, señala contadores del agua de los que han roto los cristales o arrancado las puertas, también una rejilla de ventilación abollada: «Nunha casa que está un pouco máis abaixo leváronse a tapa da condución de gas e as caixas de correo que están nas fachadas, non hai unha que aguante».

Esta vecina también se refiere a los residuos que hay a lo largo de la calle o junto a su puerta tras una noche de marcha: «Cristais rotos, vasos e outras cousas».

Su relato coincide con el de otros residentes, quienes se quejan por las molestias que se suceden los fines de semana.