
Apenas unos cuantos metros separan de los camposantos a algunos centros escolares de la comarca de Barbanza
24 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Hay silencios sepulcrales que solo interrumpe el timbre del recreo. Ocurre en algunos puntos de la comarca de Barbanza, donde los cementerios están tan cerca de los centros escolares que la vida y la muerte parecen darse la mano en el paisaje. Alumnos y profesores están más que familiarizados con la estampa, si bien son los foráneos los que reparan en ella. Y es que no es tan común que los pupitres de las aulas se sitúen tan cerca de las necrópolis.
Uno de los casos más llamativos se da en A Pobra do Caramiñal, ya que el camposanto de la parroquia de O Xobre se encuentra pegado al instituto. En concreto, la entrada del recinto educativo es contigua al lugar en el que descansan los restos mortales de algunos de sus vecinos. También en este municipio, y aunque son varios metros más los que separan el cementerio de O Castelo de la guardería de Monte Carmelo, las cruces y otros motivos religiosos se intuyen en el paisaje. Con todo, a los pequeños que la visitan día tras día seguro que este detalle no les importa demasiado.
En Porto do Son, concretamente en la parroquia de Baroña, también hay un caso que llama la atención de quienes buscan el cementerio o, simplemente, pasean por la zona. El colegio de O Campanario se encuentra pegado al recinto religioso, si bien los niños son los que menos se paran a pensarlo.
La hora de los entierros
Cuentan desde el centro sonense que los estudiantes están tan acostumbrados a ver el camposanto que ya no les parece nada extraño, y que solo hay cierto revuelo cuando algún entierro coincide con la hora del recreo. Es en este caso cuando los profesores deben tomar cartas en el asunto y separar de la valla que linda el centro escolar a los pequeños curiosos por respeto a los familiares del difunto.
Tampoco se inmutan si escuchan las campanas, cuya melodía ya forma parte de la banda sonora del lugar. Si un balón se dispara desde el colegio hasta el cementerio, son los profesores o los alumnos de mayor edad los que acuden a buscarlo.
También en el paisaje del término de Muros se mezclan las instalaciones educativas con estos recintos religiosos. Ocurre en la parroquia de Tal, donde la colorida escuela infantil contrasta con la imagen del camposanto que se ve en lo alto, junto a la iglesia.
Los vecinos no cuestionan la proximidad de estas dos edificaciones, y es que los pequeños pueden estudiar allí gracias a que en su día se cedió la conocida como Horta do Cura.
Primero se levantó el cementerio y luego las escuelas, y parece que no hay muchos reparos al respecto porque los casos se repiten.