Botellones

Marta Casais
Marta Casais CRÓNICA CIUDADANA

BARBANZA

30 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba el verano y las restricciones por la pandemia y nos encontramos con la misma historia incómoda y problemática de todos los septiembres: los botellones. Estas semanas las redes sociales se han indignado por la proliferación de macrofiestas en espacios públicos, y la violencia que muchas de ellas conllevan. Curioso que se ponga esta situación en relieve ahora, cuando los adolescentes intentan retomar la normalidad. Preocupante la forma en la que se despejan, cuando los botellones no son algo único de esta generación. Y es que lo que padres, profesores y autoridades apenas entienden es que cada vez no solo hay más apatía, sino menos empatía, y que en parte la responsabilidad es de ellos.

No se puede exigir respeto cuando solo se escupe desprecio. Los jóvenes de ahora no son más pasotas porque los padres los traten como porcelana, simplemente están cansados de no tener alternativas. La pandemia les ha privado de tener una socialización normal y sana en el colegio, en los deportes, en las playas; en una época definida por nuestras relaciones con los compañeros. Es ya suficiente la presión por «recuperar el tiempo perdido», sin tener que añadir la tensión que existe hacia las figuras de autoridad, que no solo no ayudan a encauzar los miedos, las frustraciones, sino que las avivan más.

Vivimos siendo conscientes de que lo hacemos peor que nuestros padres, ahora y para lo que nos queda, porque no importamos a nadie. En esta situación, ¿cómo no tomarse las riñas como una ofensa personal? En ocasiones como estas, dan ganas de recordarles a nuestros padres las historias de «las que se liaban» en el Bumerang de A Pobra, omnipresentes en las cenas de Navidad.