Horreros

Carlos H. Fernández Coto
Carlos H. Fernández Coto SECCIÓN ÁUREA

BARBANZA

30 nov 2021 . Actualizado a las 19:03 h.

Es un oficio poco conocido fuera de Asturias, el de los maestros horreros, expertos carpinteros que viven de la restauración de hórreos y paneras. Se quejan nuestros vecinos que apenas hay once empresas en el Principado para el mantenimiento y conservación de los 14.566 graneros elevados. Ojalá pudiéramos nosotros quejarnos de tener once empresas horreras en Galicia, porque no tenemos ninguna. De tener los gallegos con sus hórreos la relación y consideración que los asturianos tienen con los suyos, habría trabajo para medio centenar de carpinteros que podrían crear otros tantos puestos de trabajo directos y otros indirectos.

No duelen prendas en el Principado para cortar castaños o robles centenarios, de modo controlado y con replantado paralelo, para sustituir o completar vigas de nueve metros para el sostén de un hórreo tradicional.

Pese a tener 110.000 canastros en Galicia, nos falta el amor que los asturianos le tienen a los suyos, nos falta oficio para mantenerlos, y dudo que hubiera muchos paisanos dispuestos a invertir treinta mil euros en la restauración de uno de los nuestros, como sí pasa en Asturias, incluso por nuevas familias de fuera censadas recientemente.

Ellos consideran los hórreos como un símbolo de identidad en el que el mantenimiento no es un gasto, sino una inversión en cultura y orgullo, mientras en Galicia no paramos de vendérselos a foráneos o a gallegos fetichistas que los colocan en el jardín del chalé. Algo habrá que hacer para concienciar a los nuestros y cambiar la relación con el patrimonio y entender su utilidad.