
Trabaja en el sector público y el privado, imparte conferencias, organiza foros, asesora a la Xunta y lidera asociaciones encaminadas a la preservación del patrimonio, tanto material como inmaterial
09 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Dice que lleva el urbanismo impreso en el ADN y así lo confirma su currículo, que no solo es completo en el ámbito profesional, sino que también es amplio en su faceta como activista. De crío, a Carlos Henrique Fernández Coto (A Estrada, 1960) le encantaba dibujar planos y se recuerda arrancando las hojas de los calendarios de su madre para decorarlas con perfiles de ciudades. Hace tres años era distinguido con la medalla de oro europea al mérito en el trabajo. Asegura desconocer los motivos que propiciaron la concesión de dicho premio, pero un repaso por su trayectoria permite concluir que razones no le faltaron a la Asociación Europea de Economía y Competitividad, que otorga los galardones.
Coto es barbanzano desde 1997, cuando desembarcó en A Pobra como arquitecto municipal. Entre las huellas que dejó en este concello figura la rehabilitada Casa Mariñeira, empleada como oficina de turismo. Tras pasar por el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, donde ejerció de secretario técnico y arquitecto de control, consiguió la plaza de director en la oficina de rehabilitación de Rianxo: «Tiven o meu primeiro contacto co campo da arquitectura tradicional a través dun máster, que logo me permitiu impartir cursos. Na vila rianxeira vin a oportunidade de facer un labor público a prol da rehabilitación e nun proxecto ambicioso como é un conxunto histórico na súa totalidade».
Casi 400 diseños
Desde entonces, compagina los sectores público y privado, y ya suma casi 400 edificios que llevan su firma. En su particular lista están el primer almacén robotizado de Europa, el pabellón para promocionar la Torre de Hércules como patrimonio de la Unesco, la pasarela peatonal de la Cidade da Cultura, el inmueble corporativo de Caramelo, el aparcamiento flotante de San Vicente de la Barquera y un parque empresarial en Valladolid de tres millones de metros cuadrados que está en fase de ejecución. Dos propuestas, una para urbanizar el entorno de As Burgas de Ourense y otra para restaurar el centro histórico de Padua (Italia), le reportaron sendos premios.
Convencido de que la arquitectura tradicional constituye la seña de identidad de un pueblo y su elemento diferenciador, Carlos Fernández Coto decidió volcarse en su defensa. Primero, a través de blogs y páginas web, y luego mediante Apatrigal, una asociación de la que es presidente: «Foi fundada por once galegos co propósito de divulgar e crear conciencia. Agora somos un cento de socios, algúns de fóra de España». Entre los principales caballos de batalla que tiene actualmente esta entidad se encuentra lograr la declaración de patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco para los hórreos y para el toque manual de campanas.
Este rianxeiro de adopción tiene experiencia en este tipo de lides, puesto que, junto con la escritora Helena Villar Janeiro, impulsó la declaración de bien de interés cultural (BIC) para las colecciones de arte de las cajas de ahorros de Galicia.
Representando a Apatrigal, Coto participó, en el 2017, en la puesta en marcha de la Rede do Patrimonio Cultural, que actualmente aglutina a cien asociaciones gallegas. E incluso es el representante en Galicia de una entidad a nivel estatal, el Observatorio Ciudad 3R, creado por especialistas en rehabilitación urbana: «Do que se trata é de elevar as inquedanzas e propostas ás Administracións».
Un todoterreno
El arquitecto fue incapaz de resistirse cuando lo animaron a colaborar en la confección de alfombras florales y también en este campo acabó sacando su vena activista, involucrándose en la reivindicación que hay en marcha para que este tipo de arte efímero sea declarado también patrimonio de la humanidad.
Y, por extraño que pueda parecer, Carlos Coto todavía saca tiempo para impartir conferencias, para organizar anualmente el foro de rehabilitación de Rianxo y para participar como asesor, cuando reclaman su presencia, en las mesas de debate de diferentes leyes a nivel autonómico. Él mismo reconoce que es un todoterreno: «Teño a vantaxe de combinar aspectos moi diferentes dentro da arquitectura, desde o plano profesional ata accións reivindicativas, pasando por aspectos máis lúdicos e altruístas».
Como buen arquitecto y trabajador nato, dice que su sueño es no jubilarse nunca. Al pedirle que concrete un poco más, apunta hacia la que es otra de sus reivindicaciones: «Non estaría nada mal deseñar a estación de tren de Barbanza».