Comienzo de año en positivo

José Vicente Domínguez
José Vicente Domínguez LATITUD 42°-34?, 8 N

BARBANZA

Rodrigo Jiménez | EFE

06 ene 2023 . Actualizado a las 20:22 h.

Con su fuerte acento holandés, el bueno de Louis Van Gaal bramaba en aquella, ya clásica, rueda de prensa en el Camp Nou del FC Barcelona: «¡Tú erres muy malo… interpretasión siempre nejatifa, nunca positifa! Recuerdo también la presentación de uno de mis libros, en la que el alcalde, Manuel Ruiz, me honró con su intervención, diciendo que, a pesar de las discrepancias políticas, yo era una persona positiva. Intentaré pues darle la razón con este artículo y alejar de mi ese cliché de negativo con el que últimamente algunos pretenden calificarme. Pero no sin antes facilitarles algunas reflexiones.

En Ribeira se practicó un aquelarre urbanístico, cuando se destruyó el viejo y bello ayuntamiento de estilo modernista portugués. Y, desde entonces, nuestra querida ciudad, sigue padeciendo la penitencia de tal pecado, con el castigo de dedicarse a construir mamotretos nuevos que taponen y taponen su futuro como ciudad. ¡Qué horror la manera en cómo se enclaustró la iglesia parroquial!

También, bastante antes del inicio de las obras del mercado municipal (arquitectónicamente interesante edificio), tratando de ser positivo, le propuse incondicional apoyo a nuestro alcalde, para que el necesario mercado no fuese construido en ese inapropiado lugar. Tampoco hace mucho que, por medio de uno de los artículos míos que emborronan estas páginas, intenté hacerle ver al mandatario, la inconveniencia de construir ese inmenso armatoste, a modo de auditorio, que ensombrece y congestiona el centro del pueblo. Nada que hacer: desgraciadamente, la condena urbanística de Ribeira sigue su inexorable curso. Pero no quiero olvidarme de que hoy trato de ser positivo. Verán:

En uno de mis viajes empresariales por el mundo, me encontré en la ciudad noruega de Stavanger y me invitaron a visitar un museo dedicado a la industria conservera. Como país pobre que Noruega había sido, acostumbraban a utilizar para otros fines viejos edificios de su antigua y antaño floreciente industria conservera de sardina. Hasta 1950, había en Stavanger más de cuarenta fábricas dedicadas a la conserva de sardina en aceite de oliva. El aceite lo importaban de España. En ese museo se puede aprender todo el ciclo de trabajo de una vieja fábrica conservera: preparar el pescado, sazonarlo, enlatarlo, cerrar las latas, esterilizarlas y etiquetar el producto, utilizando los métodos artesanales de finales del siglo XIX hasta mediados del XX, cuando la floreciente explotación del petróleo en aguas de Noruega puso fin a esa industria.

Ahora, viendo con ilusión las iniciativas relacionadas con los fondos Next Generation, no puedo dejar de imaginarme un gran museo del mar y la conserva en Ribeira, antes de que otras localidades (también con importante tradición conservera), se le vayan a adelantar. Así, recordando el museo de Stavanger y otro de Bergen en el que incluso era posible elaborar una conserva para llevar, me satisface pensar que la idea aportada en nuestro programa electoral de mi periplo político del 2004 no ha caído en saco roto. Proponía la posibilidad de adquirir la fábrica de Conservas Cerqueira y utilizarla como museo y centro de talasoterapia.

Intentando comenzar el año en positivo como quería Van Gaal, quisiera pedir de nuevo que no se utilice el aparcamiento de Area da Secada para construir el museo del mar, sacrificando otro de los escasos espacios libres con que cuenta nuestra ciudad. Con un poco de paciencia y buena mano, la fábrica de Cerqueira podrá convertirse en el gran museo del mar y de la conserva y, dada la belleza del edificio y la magnitud de la superficie que ocupa, quien sabe si, por su proximidad al mar, también habría cabida para un centro de talasoterapia o balneario.

Stavanger y Bergen no quedan tan lejos. Salgan del agujero y verán cuantas cosas se pueden hacer en edificios históricos que han perdido su utilidad. ¿Será que 2023 no me deja ser nejatifo? ¡Uhmm!, tendré que hacérmelo mirar.