Mi profesor ahora es ministro. Aunque parezca el título de una de esas cintas que alquilaba con mis primas en los noventa, como Alto! o mi madre dispara o Mira quién habla, no es ninguna película. Mi profesor de físico-química en la facultad, José Miñones Conde, ahora es ministro de Sanidad. En los últimos días he leído en varios medios críticas feroces a su puesto en la universidad, me gustaría contar lo que yo viví.
En primer lugar confesaré que yo no aprobé con él la asignatura. Consejo para estudiantes: físico-química no da tiempo a estudiarla la noche antes. Me la saqué al año siguiente con una profesora magnífica que se llama Matilde, con buena nota. Pero en ese notable hay un porcentaje de Miñones.
Podrán cuestionar cómo llegó Miñones a ser profesor, pero nunca podrán decir que era un mal profesor. Al contrario, sus explicaciones sobre diagramas de fases eran perfectas. Si un alumno tenía una duda, lo explicaba todo con cortesía. Cuando digo que en mi notable hay un porcentaje suyo es porque la primera parte de la asignatura, las bases, las aprendí solo escuchándolo. Profesor, aún recuerdo la ecuación de Clausius-Clapeyron, y eso que no me acuerdo del número de mi portal.
Conozco a gente que fue a la academia de Miñones, farmacéuticas top en Asturias, como Ana Freire. Y todos dicen lo mismo: allí no se regalaba nada. Miñones los hacía sudar, fiel a la termodinámica como era. Estos días en la farmacia, le cuento a algunas señoras que mi profesor ahora es ministro. A ver si pone más sitios donde aparcar en Ribeira, me contestan.