Las flores

Celia Riande García
Celia Riande PATIO INTERIOR

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

03 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta más que conocido aquel dicho de que la primavera la sangre altera, y puede que tenga razón. Cuando comienzan a subir las temperaturas y por fin se digna a mostrarse el sol, parece que las calles se llenan de ruido, las terrazas están hasta los topes y el día multiplica sus horas, permitiendo que la vida sea más que un viaje constante entre el trabajo y la cama, la cama y el trabajo.

Del mismo modo, los espacios naturales cobran una mayor presencia en las rutinas, convirtiéndose en los auténticos protagonistas del tan ansiado verano, que en Galicia se suele hacer esperar un poco más que en otros puntos del mapa.

Resulta casi mágico como un cambio de hora y unas variaciones en el termómetro pueden afectar a tanta población del mismo modo, y como los ritmos de los meses estivales, cuando el mundo parece ir un poco más despacio, resultan placenteros hasta para aquellos que trabajan.

Quizás, pienso mientras siento como mi cuerpo absorbe la vitamina D, el ser humano no está hecho para la vida que se ha convertido en estándar. Es posible que todo vaya demasiado rápido, que el asfalto nos haya alejado de nuestra verdadera esencia.

Quizás las prisas, las oficinas, las vidas cada vez más solitarias, en las que nadie conoce a sus vecinos y con suerte llegan a casa a tiempo para hacer la cena, sean la causa de tanta infelicidad, y baste un solo momento de bajar revoluciones y disfrutar de lo que nos rodea para darse cuenta de que no es tan complejo, que todo va a salir bien.

La primavera, al fin y al cabo, es la promesa de que volverán a salir las flores.