Néstor Romero: «Unha experiencia así cámbiache para sempre»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

El voluntario viajará por segunda vez a Mozambique el próximo mes de octubre para organizar actividades deportivas

17 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Nacer en un sitio o en otro es una verdadera lotería. El lugar y el tiempo en el que una madre se pone de parto, así como el entorno que la rodean, pueden decidir el futuro de la criatura que está a punto de venir al mundo. Nadie escoge donde ver la luz del sol por primera vez, pero todo ser humano se ve condicionado, para bien o para mal, por esa primera escena de una película vital que acaba de empezar a filmarse.

El disponer de escuelas públicas, hospitales, conexiones terrestres cómodas y seguras y un buen nivel de desarrollo industrial son elementos cruciales para cualquier localidad, sobre todo para aquellas en las que la economía está en vías de crecimiento. Por eso en las zonas deprimidas se llevan a cabo programas de cooperación en los que profesionales cualificados ayudan a otros a poner iniciativas en marcha. Ese es el papel que desempeña Néstor Romero cuando va a Mozambique, concretamente al municipio de Nhamayábue.

Esta aventura empezó allá por 2019, cuando el técnico de deportes del Concello de Lousame se apuntó a un voluntariado ofrecido por el Fondo Galego de Cooperación. Lo que parecía que iba a ser la oportunidad perfecta para colaborar con profesionales de otros países acabó convertido en un viaje frustrado, pues la inestabilidad política del país no permitió que el barbanzano se desplazase.

El segundo intento fue en el año 2020, cuando la pandemia paró las calles y ciudades de todo el mundo obligando a la humanidad a mirar la vida pasar a través de las ventanas. Eso no acabó con su esperanza de ir al país africano, posibilidad que llegó el año pasado, cuando aterrizó por primera vez en tierras mozambiqueñas: «Aí aínda descoñecía moito o entorno», dice.

En esos días de toma de contacto, Romero se dedicó más que nada a tareas de formación con las que conocer los centros deportivos y escolares de la zona, pero sobre todo, a aprender: «É unha sociedade moi diferente á nosa, teñen cousas que nós non temos». Un ejemplo que pone es la manera en la que ven allí el deporte. Mientras que en España se percibe como una manera de mejorar la estética corporal o pasar el rato con amigos, allí lo ven como una herramienta de transmisión de los valores deportivos a la juventud, así como de incentivar la actividad física con el objetivo de mantenerse sano. El lousamiano considera que lo más importante que debe tener un voluntario es no llegar a África con el complejo del salvador blanco, es decir, no mirar a los residentes locales como si fuesen una especie de niños a los que uno viene a enseñarles la forma correcta de hacer las cosas: «Trátase de deseñar actividades o máis adaptadas a eles posible, de integrarnos na súa rutina, e non ao contrario».

A Romero le gusta desmontar esa imagen deformada y casi de ficción que algunas personas tienen en la cabeza, esa en la que África, un continente grande y rico, se reduce a lo que parece un país con mucha gente y pocos recursos: «Mozambique ten diferentes realidades segundo onde vaias, hai cidades moito máis grandes que as principais galegas e pobos máis rurais».

 Segundo «round»

Convencido de que cada vez va aprendiendo más sobre la cultura local, afirma: «Unha experiencia así cámbiache para sempre». Igual por eso ha decidido volver este invierno. El próximo 3 de octubre, el barbanzano se embarcará por segunda vez en un voluntariado, en esta ocasión con el compromiso de seguir con lo empezado el año pasado: «Logramos formar un equipo de fútbol feminino que aínda segue adiante, estou moi orgulloso delas».

Piensa que la mejor parte de subirse en un avión para cruzar medio mundo no es demostrarle a nadie lo que es capaz de hacer, sino encontrar amigos en lugares que ni siquiera conocía de antes: «O mellor que me trouxen foi a xente, moitas veces falo con eles por teléfono para ver como lles vai».

Considera que irse a un país extranjero a intercambiar saberes no es una vivencia que tenga que ser del gusto de todo el mundo, pero que es algo que él no cambiaría ni por todo el oro que hay en la Tierra: «Foi algo moi enriquecedor, nunca volves a ser a mesma persoa despois de descubrir tantas cousas novas».