Trío de talento: Tres hermanas unidas a la música tradicional desde la cuna: «Somos unha soa voz»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

Lidia, Laura y Antía Pérez, panderetas en mano, en la rampa portuaria de A Covecha.
Lidia, Laura y Antía Pérez, panderetas en mano, en la rampa portuaria de A Covecha. MARCOS CREO

Las jóvenes, que apenas superan la veintena, llevan años subiéndose a los escenarios

07 feb 2024 . Actualizado a las 10:40 h.

Una pandereta es mucho más que la suma de madera, piel y ferreñas. Es uno de los sonidos que representa Galicia, una especie de estandarte cultural que se yergue cada vez que alguien lo mueve dulcemente con sus manos. Con este instrumento como prolongación de sus extremidades, las hermanas Lidia, Antía (2001) y Laura Pérez (2003) han crecido hasta convertirse en uno de los grupos más conocidos de las foliadas de Barbanza.

Su historia empezó como la de tantas otras artistas, cuando de pequeñas sus padres las apuntaron a las clases de música tradicional que se impartían desde el ANPA del colegio Santa Baia, en Boiro. Más tarde, la misma maestra que había instruido a las chicas desde su más tierna infancia creó una asociación en la que ellas no dudaron en participar.

En esa época llegaron las primeras actuaciones en pequeños encuentros musicales en los que para apuntarse había que poner un nombre al grupo. «Como non queríamos poñer ningún chamábannos as Sen Nome, entón decidimos chamarnos as Rianxeiras da Covecha. O de rianxeiras vén polo alcume da familia e A Covecha polo sitio no que nacemos», indica Lidia.

Sobre las tablas de fiestas populares y bares de la zona, las chicas aprendieron a buscar su propio estilo, logrando un nivel de autonomía con respecto a la agrupación que les ha permitido fortalecerse como conjunto: «Somos unha soa voz, compenetrámonos moi ben».

Las jóvenes, amantes de la cultura gallega, llevaron a cabo, cuando apenas superaban la década de vida, el Proxecto Rosalía, con el que musicaron los poemas de la conocida autora. Rumbas, jotas y muiñeiras sirvieron para acercar la obra de la escritora a todo tipo de públicos. «Éramos unhas nenas, pero xa queríamos experimentar», comenta Lidia Pérez.

Canciones inmortales

Una de sus primeras aventuras artísticas fue obtener la máxima puntuación en el concurso Interritmos Sons do Rural, organizado por la asociación Deloa. El premio fue grabar un EP. Una segunda oportunidad de inmortalizar otra canción les llegó cuando, al poco tiempo, se llevaron el oro en el Festival da Luz de Boimorto: «Eramos moi noviñas, estábamos alucinando».

Quien algo quiere algo le cuesta, por eso las chicas siempre se esforzaron en formarse lo mejor posible para mejorar su calidad como grupo. Así llegó a sus vidas el profesor de técnica vocal y canto Juan Ciego, al que no pueden evitar mencionar en la conversación. «Aprendeunos a controlar a voz e afinar», añade Laura, que matiza que siguen asistiendo a sus clases.

La que les inculcó ese interés por darlo todo sobre el escenario —sin olvidar que lo importante es pasarlo bien— fue su madre, Ana López: «Foi sempre a nosa mellor representante, sempre nos axudou a dar o mellor de nós mesmas facendo o que nos gusta».

Entre risas, las hermanas Laura y Lidia, pues Antía no pudo participar en la conversación, recuerdan el papel de su progenitora durante su infancia, que era la encargada de solventar las pequeñas rencillas que pudiesen surgir entre las niñas: «Na actualidade é todo moi democrático, temos algunha pequena discusión pero non nos afecta na nosa relación».

Las hermanas suelen estar de acuerdo en todo, por eso cuando estaban en la preadolescencia decidieron que lo mejor era parar la agrupación, por lo menos durante un tiempo: «Pensamos que non dábamos máis de nós».

El tiempo demostró que estaban equivocadas. Cuando se fueron a estudiar fuera, las jóvenes volvieron a oír los cantos de sirena de las foliadas, a las que volvieron con la promesa de nunca dejar de aprender: «Agora mesmo estamos en varios grupos á vez, hai pouco que empezamos a tocar en Tahúme».

Sea en la huerta de su jardín con los vecinos como público o en concursos a nivel autonómicos, a estas tres jóvenes les queda mucho camino por recorrer. ¿Quién sabe? ¡Igual se convierten en las próximas Tanxugueiras!