Mila se baja del autobús tras 19 años acompañando a los pequeños al colegio

Sara PARDO / m. x. b. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La monitora del transporte escolar de Boiro recibió una emotiva despedida

05 jul 2024 . Actualizado a las 15:32 h.

Hace más de dos décadas se volvió obligatoria la presencia de un acompañante mayor de edad en el transporte escolar. Poco después de esto, Mila Fernández, una boirense que entonces tenía alrededor de 48 años, consideró que se le abría una buena oportunidad para volver al mundo laboral: «Me encantan los niños y me pareció una bonita ocasión». Ella había tenido otros trabajos antes, pero pausó su actividad para dedicarse a criar a sus hijos. Cuando estos habían crecido suficiente, se le presentó esta profesión. Le gustaba el trabajo y además tenía un horario compatible con su día a día, así que decidió probar suerte. Entonces, hizo el primero de los muchos cursos de formación que le esperaban a lo largo de su carrera y se subió al autobús como monitora por primera vez.

Su rutina diaria comenzaba por las mañanas, recogían a los niños con el autocar en sus respectivas paradas y al llegar al colegio Mila los llevaba hasta la entrada. A la salida se repetía la historia, pero a la inversa, recogía a los pequeños y los acompañaba hasta el autobús, y de vuelta a casa. En ocasiones también iba por las tardes, y de nuevo iban y volvían en el transporte escolar. Haciendo horas con las distintas rutas todos los días. Trabajaba como monitora para distintos colegios del municipio de Boiro: Santa Baia, Praia Xardín, Cespón y hasta La Peña, en el vecino concello de Noia, por lo que hacía largos trayectos a diario.

Ahora, tras 19 años de carrera, la boirense ha decidido dar el salto a la etapa dorada de la jubilación: «Tengo 66 años, casi 67, así que pienso que ya llegó la hora». La semana pasada vivió su último día como monitora de autobús en Boiro y los más pequeños le brindaron una emotiva despedida, que describe como un momento de emociones encontradas: «Por un lado, me da pena porque se termina un ciclo, pero por otro, hay que empezar el nuevo». Los niños la sorprendieron con carteles hechos por ellos, en los que se leían mensajes cargados de cariño, dibujos, fotografías y regalos. La monitora afirma que el sentimiento es mutuo y está muy agradecida con la madre que lo organizó.

Recuerdos imborrables

En sus casi dos décadas como acompañante en el transporte escolar, esta mujer ha visto pasar a muchas generaciones de niños, ha seguido su evolución a lo largo de los cursos y luego ha sido testigo de su marcha al instituto. Son un montón de pequeños a los que ha cuidado Mila durante sus rutas a lo largo de los años y buena parte de ella le han dejado un recuerdo imborrable. Y parece que el sentimiento es recíproco: «Algunos chiquillos que ya hace años que se fueron del colegio y me siguen saludando cuando me ven por la calle e incluso a veces nos paramos a hablar un rato».

De todos estos años, la boirense se lleva muchos recuerdos y anécdotas, todas buenas, según ella misma recalca: «No he tenido ninguna mala experiencia, siempre he tenido niños y familias maravillosos». Sí ha habido pequeños problemas, pero siempre los ha tratado de solucionar. Pone como ejemplo las primeras veces de los niños en el autobús, cuando empezaban en el colegio con 3 añitos bajo la atenta mirada de unos padres incapaces de esconder su preocupación, ya que eran rutas largas: «Trataba de quitar la tensión que existía para que el pequeño fuera contento y los padres se fueran tranquilos a trabajar». Y por tener mano para estos asuntos, Mila era muy reconocida por su trabajo, ganándose un hueco en los corazones de niños y padres.

Pero la semana pasada le puso el punto y final a su trayectoria laboral. Se bajó de ese autobús cargado de anécdotas y recuerdos, asegurando que algunos estarán en su cabeza para siempre. Mila destaca sobre todo la gratitud de los pequeños y de sus familias en todo momento. Ahora la boirense comienza con ilusión una nueva etapa, la jubilación.