Luisa María Seoane, experta en obesidad: «El Ozempic no es para una persona a la que le sobren tres o cuatro kilos»

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Luisa María Seoane es la directora del grupo de investigación CiberOBN sobre obesidad.
Luisa María Seoane es la directora del grupo de investigación CiberOBN sobre obesidad. PACO RODRÍGUEZ

Dirige un grupo que investiga la importancia de la lactancia para evitar el desarrollo de la enfermedad

17 jul 2024 . Actualizado a las 10:22 h.

Luisa María Seoane cuenta los días para que llegue agosto y poder cambiar su laboratorio de Santiago por las playas de Barbanza. Confiesa que «ya soy medio palmeirana, aunque sea de corazón. Con solo 4 años vine por primera vez y ahora no solo veraneo, sino que tengo casa aquí y me escapo siempre que puedo». Dirige el grupo de investigación del CiberOBN sobre obesidad del área sanitaria -integrado en el del Instituto Nacional de Salud Carlos III-, que ha realizado importantes descubrimientos sobre la importancia de la lactancia materna para reducir el riesgo de sufrir esta enfermedad.

Hay múltiples factores que están detrás del origen de esta patología, y aunque hay una parte genética, también cuenta mucho el estilo de vida y lo que coma una persona. «Ahora estamos viendo que además es muy importante cómo se haya alimentado la madre, ya no solo durante el embarazo, sino previamente», afirma Seoane. También hay que tener en cuenta si le han dado el pecho a sus hijos y cuánto tiempo. Incluso se han descubierto los denominados disruptores endocrinos, que son desde sustancias o componentes químicos de las ollas en las que se cocina, hasta componentes atmosféricos que pueden dar lugar a un desequilibrio en los mecanismos que controlan el peso.

Todo esto explica que mucha gente a pesar de cuidarse y hacer ejercicio acaba engordando. «Se está estigmatizando mucho la obesidad como una enfermedad que está causada por una falta de fuerza de voluntad de las personas, y muchas veces hay mecanismos de nuestro cuerpo, incluso a nivel cerebral, que no están funcionando adecuadamente», señala, para luego también añadir a esta lista el cortisol —las hormonas que produce el estrés—.

Afortunadamente, en los últimos tiempos han aparecido en el mercado varios fármacos que están dando muy buenos resultados en personas que sufren obesidad, y que van precisamente a corregir estos mecanismos alterados, aunque lamenta que por el momento no estén siendo subvencionados por los sistemas públicos de salud.

 Diabetes o hipertensión

«Están consiguiendo una mejora espectacular en la pérdida de peso, pero estos tratamientos van dirigidos a enfermos que tienen un índice de masa corporal muy elevado, y en algunos casos además tienen asociadas otras patologías como diabetes o hipertensión. El Ozempic no es para una persona a la que le sobren tres o cuatro kilos», advierte. En este sentido, Luisa María Seoane recomienda que cuando alguien se proponga adelgazar, bien sea porque tiene sobrepeso o porque realmente sufre una obesidad más grave «siempre tiene que estar asesorado por un endocrino y por un nutricionista, siempre hacerlo con profesionales e ir acompañado de un cambio de hábitos de vida».

Es consciente de que, actualmente, «alimentarse sano es caro» porque ha subido muchísimo el precio de la cesta de la compra en productos como pescados, carnes magras, frutas y verduras; por lo que considera que debería haber políticas destinadas a revertir esta situación y acabar con la comida basura.

Un tema que también preocupa mucho a los sanitarios es el incremento alarmante de la obesidad infantil, «y los pediatras están empezando a ver cada vez más niños que tienen el hígado graso, es decir, ciertas patologías que tradicionalmente estaban relacionadas con el adulto y que ahora se empiezan a ver en menores a causa del incremento de peso», explica.

Además de apostar por realizar más actividad física y por la prevención desde etapas muy tempranas, Seoane destaca la vital importancia que tiene la lactancia, ya que en sus investigaciones con roedores han descubierto que «simplemente aumentarla un par de meses más de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud —medio año— ya podría tener efectos muy beneficiosos; y no solo en el niño sino que pueden ser más duraderos y llegar a la edad adulta».