«Por educación y tradición España, en general, es un país machista, pero no racista. Lo que no quita que haya casos de lo segundo y que, por oportunidad política, últimamente, tengan visibilidad discursos xenófobos»
16 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Estoy convencida de que Ana Peleteiro es, además de una atleta destacada, una mujer inteligente y con un buen manejo de las redes sociales. También una gallega con retranca. Con lo cual, la controversia que la rodea antes, durante y después de los Juegos Olímpicos de París no me parece casual.
Estos días he leído muchos de los comentarios negativos hacia ella en las redes y en los medios digitales. Resumiendo: hay una parte importante que son de personas que expresan, con educación, su crítica por la insistencia de la saltadora con el racismo en sus apariciones públicas. Consideran que hay una sobreactuación o que hace una utilización espuria de ello.
Otros, bastantes, son de los haters (odiadores) que tienen todas las personas que interactúan en las redes, con independencia de su raza, religión o ideología. Por eso me extraña tanto la insistencia de los medios en preguntarle sobre racismo, de la propia Ana en darle recorrido y de sus defensores en mostrar que los ataques son por su color de piel.
Por educación y tradición España, en general, es un país machista, pero no racista. Lo que no quita que haya casos de lo segundo y que, por oportunidad política, últimamente, tengan visibilidad discursos xenófobos. Pero en la realidad diaria, sin duda, tenemos un problema más importante con la homofobia.
Las redes sociales son espacios donde es muy fácil mentir, insultar y desdibujar o manipular la realidad. Ana, como cualquier persona, puede posicionarse públicamente sobre lo que considere oportuno, pero a estas alturas de Tiktok, Facebook, Instagram y demás foros, ya no se puede sorprender del retorno.