Sofía por la noche

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

NASA / BILL INGALLS | AFP

Se despierta y brota un llanto borracho de sueño e infancia. Aún siento su voz como un milagro

19 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se despierta y brota un llanto borracho de sueño e infancia. Aún siento su voz como un milagro. Toda niñez es robar manzanas del árbol del olvido. Estamos aquí. Te oigo. Tu voz me despierta porque mi sueño es superficie, desde que llegaste ya no puedo bucear en los brazos de Morfeo; solo floto. Te miro. No quiero que heredes mis miedos. Quiero que quieras a la persona que soy y no a la que dejé de ser.

Agradezco cuando dejas de llorar un minuto, aunque luego hagas estallar la noche con un maullido. Voy hacia ti a oscuras. Te palpo en la cuna, te subo la mantita, te beso la mejilla. ¿Por qué te destapas? Manos árticas. Recoloco tus peluches como un pelotón de enamoramiento. Tu cara irradia luz como un sol hipotético. «¿Estás bien?», pregunto, no hay respuesta. Ya duermes. Estoy aquí. Lo sabes. A veces, yo también lo sé. Que estoy aquí. Que estaré siempre. Velando tu sueño. Ojalá la vida me regale muchos insomnios como este, agazapado a la orilla de tu cuna, descifrando tu respiración templada, mirándote. Serás grande, Sofía.

Benet escribió «A cada vuelta del tiovivo, mi padre diciendo adiós». Ojalá pudiera saber qué fantasma te despierta. Hago un círculo minúsculo con mi dedo en tu frente. La vida. Estoy aquí, me repito en cada giro. Te quiero por la rojez de tus mofletes. Te quiero por este júbilo fugaz. Te quiero porque confío. Te quiero porque en la noche me despiertas. Y así me tumbo, en la ribera de tu desvelo, en la noche brillante de tus párpados, bajo la luz de las estrellas que salpican Ribeira, escuchando como un río el fluir cristalino de tu niñez.