Febrero es el mes de las enfermedades raras, amo a todos esos padres que tienen que cambiar el futuro que imaginan
30 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A menudo pretendemos adelantarnos a la vida. No nos sirve transitar el pasado y disfrutar el presente. Queremos intuir el futuro como si fuésemos el dedo gordo del pie, dentro del mar antes que el resto del cuerpo. Ser padre potencia este impulso, los últimos meses solo pienso en el futuro de mi hija. Y pienso entristecido que ya no escribirá cuentos, usará algún ChatGPT como nosotros en la facultad usamos las calculadoras Casio para restar dosis. Me imagino a algún antepasado triste, como yo, pensando en que su hijo ya no haría raíces cuadradas porque existen las calculadoras.
El problema de los futuros es que no son fáciles de acotar. Un día ves un gesto raro en el bebé, al cabo de un tiempo notas que no responde de igual forma que otros. Lo ves aunque no quieras verlo, y ahí comienzas a cavar en Google hasta desglosar el último enlace de fisiopatología pediátrica. Tu chaval siente de una forma distinta. Ese futuro que habías imaginado ya no existe.
Existen los médicos, las visitas, las conversaciones duras con los abuelos, la búsqueda de colegios adaptados. Nada es como creías que sería, por las noches su llanto te rompe, por el día sobrevives conmovido. El diagnóstico... Saber qué pasa ayuda, pero es jodido. Y aunque ser padre es esto, hay momentos llenos de profundas penas. Y lágrimas. Aunque todo eso es secundario, aquí solo hay un protagonista: el niño. Y por él solamente queda una opción: ser invulnerable. De acero, cantaba Robe.
Febrero es el mes de las enfermedades raras, amo a todos esos padres que tienen que cambiar el futuro que imaginan.