Queda mucho

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

Violeta Santos Moura | REUTERS

14 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días hemos asistido al juicio público, por decisión de las partes, que se sigue contra el expresidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, por agresión sexual y coacciones a la jugadora de la selección Jennifer Hermoso.

Aunque se ha escrito casi todo sobre este caso y si algo quedaba por contar, al ser abiertas las sesiones, ya es de dominio público a estas alturas, hay varias cuestiones que han llamado mi atención.

La primera es la convicción de Rubiales, extensible a muchos hombres, de que el beso no es el culpable de sus problemas. Cree que fue su exceso de alegría y la efusividad o espontaneidad con la que la ha mostrado y tan solo estaríamos ante un proceder incorrecto. Es decir, que si estás muy contento por algo —entiendo que muy triste también— puedes besar o meter mano a discreción y si te paran los pies pides perdón y a seguir intentándolo.

Segunda, dando por válida su versión de que pidió permiso, que yo no me creo, demostraría a las claras un sentido patrimonialista y cosificador de la Federación, incluidas personas. Una perversión del acusado que confirmó en juicio al mostrar una actitud más propia de un personaje de Pajares o Esteso que de un presidente de la Federación.

Y por último, una aberración. Entre las amenazas que presuntamente se le hicieron a la jugadora figura la de su futuro profesional. Pues bien, después de ser una pieza clave para ganar el mundial, hasta hoy, no volvió a ser convocada ¡Para protegerla, dicen!

Si alguien podría tener duda sobre si la jugadora ganaba algo con esto, decir que lo único cierto es que quién ha perdido ha sido ella. Triste.