La verdad del apagón

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

01 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Yo sé qué pasó el 28 de abril. Ribeira, el gran corazón pesquero de las rías Baixas, se sumió en la penumbra. Durante el día, la gente actúo con normalidad, pero con la llegada de la noche, se desplomó el telón de cordura de este teatro y al repecho de la oscuridad se intuía la sonrisa del titiritero. Lo primero en que pensamos mi mujer y yo fue en cómo calentar la leche de nuestra bebé.

Tuve que adentrarme en la noche para traer el fuego a casa, así que me preparé como si fuese un día normal en Ribeira: gas pimienta, un puñal, un martillo y una estampita de la Virgen del Carmen. No sé si ustedes bajaron en la noche del apagón, yo lo tuve que hacer y no me puedo quitar de la cabeza los horrores innominados e innominables que contemplé en las calles de la centenaria. La peatonal estaba dominada por tribus urbanas en guerra, hippies, nazis…alguno rescató las botas Art de su juventud y las usó en actos de violencia aleatoria, golpeando escaparates, ancianos y cervatillos.

Hube de intentar moverme por el Malecón, la antropofagia era la ley; el desmembramiento, la rutina. Bajo la negrura de las farolas mudas, hombres de todo credo ofrecían su alma por una ración de pulpo. Tuve que vencer en combate ritual a unos hermanos siameses tatuados con letras chinas para conseguir un mechero. Escuché un cántico murmurante desde Coroso invocaban a un dios olvidado y maligno, Chthulhu, Chthulhu. Les juro que no exagero, redacto este texto para dejarles la verdad: el responsable del apagón fue… ¡oh, no! Están aquí, no puedo, no me dejarán, debo huir, debo… ¡Ah!