La caja

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

Caja

Tras el paso de la Dorna y las fiestas de agosto siempre me acorrala la impresión de que se acaba el verano

07 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras el paso de la Dorna y las fiestas de agosto siempre me acorrala la impresión de que se acaba el verano. Lo cual no es algo malo, me cuesta conectar moralmente con lugares que no tienen invierno, así que comienzo a preparar mi espíritu para la fría noche del alma: cuelgo las chancletas, bajo el volumen de euforia, disuelvo mi atemporal look moreno de obrero y pienso en las cosas que me salvaron sin darme cuenta.

El otoño es una mudanza interior donde el transportista siempre se olvida de la caja más importante. La caja que contenía aquella canción, el olor de alguien que no volverás a ver o un sueño que no se cumplirá. Nadie llama a la empresa de mudanzas para reclamar esa caja, se da por hecho que puede perderse, o que sigue en el camión, entonces el corazón se pone zapatillas y una bata de casa y se siente viejo, muy viejo.

La caja olvidada se marchita en un rincón. Espera a que alguien la abra y que entre algo de luz, aunque sea sol de invierno como cantaba Roberto Iniesta. A veces alguien tropieza con ella y duele, pues dentro habita también todo lo que has intentado olvidar. El tiempo sigue empaquetando, empaqueta tan bien que algunas frases que te hirieron profundamente ahora te resultan inofensivas, risibles incluso. Hay quien pasa delante de la caja y hace que no la ve, tal vez sabiendo que si la abre no volverá a ser capaz de cerrarla. La caja está olvidada y, a la vez, la caja te está esperando.

Adiós Dorna, adiós fiestas de agosto, adiós verano y ahora, casi, feliz Navidad. Querido amigo, llévate bien con las cosas que guardas, la caja eres tú.