La incomparable vida de cámping

María López García
María López DESDE A CUROTA

BARBANZA

Camping gas
Camping gas

Mis mejores veranos los recuerdo en Río Sieira

25 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Este fin de semana me he ido con mi familia y mi grupo de amigos de cámping. Es un ritual que mantenemos cada verano para disfrutar de unos días todos juntos en unos tiempos en los que cuadrar la agenda de tantas personas es un auténtico encaje de bolillos. Todos tenemos nuestras responsabilidades, pero nos esforzamos y siempre lo conseguimos. Los niños se lo pasan en grande y los mayores, también.

En el cámping no hay lujos, tampoco las comodidades de un hotel con todo incluido, pero vives en plena naturaleza y gozas del aire libre, con todos los beneficios que ello conlleva. Para los peques, dormir en una tienda de campaña es toda una aventura, ya desde que ponemos la primera piqueta y nuestra casita de fin de semana empieza a tomar forma.

Por la mañana, nos preparamos un buen desayuno —cada año vamos más montados de equipamiento—, después un viaje en el tren chuchú que recorre las instalaciones y a remojarse a la piscina. A mediodía, los espeteiros del grupo nos deleitan con un buen churrasco a la brasa, con la sesión vermú previa que nunca falta. Por la tarde algunos se toman una siesta bajo la fresca sombra de los árboles y otros regresan lo más pronto posible a jugar y a nadar a la piscina.

Cuando yo era niña, estaba permitida la acampada libre. De hecho mis mejores veranos los recuerdo en Río Sieira, donde mi madre nos llevaba a mí y a mi hermana. También íbamos en pandilla.

El cámping tiene sus defensores y sus detractores, pero lo cierto es que este modo vacacional no tiene parangón. Larga vida a la incomparable vida de cámping.