
Como madre de adolescentes, preocupada por el bienestar y la felicidad de mis hijos, no puedo quedar en silencio tras lo visto este pasado fin de semana en mi pueblo, Boiro, y que lamentablemente se podría extrapolar a otros ayuntamientos de la comarca y seguramente de Galicia y el resto de España: macro botellones promovidos por «asociaciones» y bajo el amparo del gobierno municipal.
En Boiro se denominó Romaría das Peñas, y a pesar de que lo anunciaban como un encuentro para todos los públicos, con juegos y diversión, la realidad fue otra. Lejos de fomentar una convivencia sana, era un escenario dantesco donde reinaba el botellón y el consumo desmedido de alcohol, incluso entre menores de edad.
El trasiego de ambulancias fue continuo, y con mis propios ojos observé como los sanitarios se llevaban a jóvenes al PAC y otros eran atendidos en el suelo, todos ellos con síntomas claros de intoxicación etílica, o lo que es lo mismo, una borrachera a lo bestia. Ya me gustaría saber el número de personas que pasaron esa tarde-noche por el Centro de Salud del Saltiño con el mismo diagnóstico,
Creo que debiera ser inaceptable que en eventos organizados con respaldo institucional se tolere —cuando no se promueva indirectamente— una práctica que pone en grave riesgo la salud de los jóvenes. El consumo desmedido de alcohol en edades tempranas, que no solo va a dañar de manera irreversible el organismo de los menores, sino que los pone en situaciones de vulnerabilidad y peligro. Sin olvidarnos que la venta de alcohol a menores de 18 años sigue siendo ilegal en nuestro país.
Resulta paradójico que el Gobierno de España aprobara en marzo de este mismo año un proyecto de ley para prevenir el consumo de alcohol en menores, y sin embargo gobiernos municipales autoricen, promuevan y subvencionen actividades que fomentan este consumo.
Y si la salud de los jóvenes no es preocupante para nuestros gobernantes municipales, apelo también a su responsabilidad como garantes de la imagen de nuestro pueblo ¿Es este el ejemplo que queremos ofrecer a quienes nos visitan? ¿De verdad queremos que se nos identifique con el descontrol, la suciedad en las calles y el deterioro de la convivencia vecinal?
Pregunten a los hosteleros y comerciantes si hordas de jóvenes bajando de autobuses cargados de bolsas con alcohol son la clase de turismo que este pueblo quiere y necesita. Como madre y como vecina de Boiro reclamo a nuestro gobierno local que asuma su responsabilidad y se comprometa a organizar eventos, fiestas o como quieran llamarle, que promuevan valores de respeto, cultura, deporte e incluso convivencia intergeneracional.
No es cuestión de prohibir sino de promover alternativas reales que incidan también en la generación de riqueza para nuestro pueblo. Queremos que nuestros hijos puedan divertirse sin necesidad de que pongan en riesgo su vida o su futuro. El ocio juvenil no debe ser sinónimo de alcohol. Ana H. Boiro.