La multitudinaria romería ganó por goleada a un tiempo inestable gracias a cientos de incondicionales que disfrutaron de la música y el buen ambiente
01 sep 2025 . Actualizado a las 21:09 h.Como cada 31 de agosto, San Ramón volvió a concentrar en las inmediaciones de su capilla, en la parroquia boirense de Bealo, a cientos de devotos que no temieron a la lluvia caída el sábado por la noche y a primera hora de la mañana del domingo para venerar al patrón de las embarazadas. San Ramón es religión, pero también tradición —atesora 268 años de historia—, cultura, gastronomía, buen ambiente y fiesta. Mucha fiesta. Y eso no hay cielo encapotado que lo pare. «A mal tempo, boa cara», tal y como aconsejó, recurriendo al refranero popular, el párroco Juan Carlos Martínez tras finalizar la misa celebrada en el palco de la orquesta.
Aunque cayeron unas gotas, en las horas centrales del día la lluvia no llegó a arreciar y respetó a la romería más multitudinaria de Barbanza. De hecho en determinados momentos incluso llegó a salir el sol. Este año no se celebraron tantas comidas de familias y amigos en el monte debido al mal tiempo, pero las carpas, barras y todo el recinto de la fiesta se llenó de romeros deseosos de que llegase este día, que acostumbra a ser festivo local en Boiro cuando cae en laborable.
La capilla registró un trasiego constante de fieles durante toda la mañana, con colas para acercarse al santo y realizar ofrendas. Una de ellas fue María Calvo, una vecina de Teo que, acompañada de su suegra, se estrenó en la romería para pedir a San Ramón «que me axude a ter un parto rápido». Embarazada de 34 semanas de una niña, asistió a la misa que precedió a la central, la de la una del mediodía, que se oficia al aire libre desde el palco de la orquesta.
Este año se encargó de presidirla el párroco de Ribeira, Alfonso Mera, al que acompañaron otros sacerdotes como Juan José Bermúdez, de Boiro, Marcelino Barros, de Cabo de Cruz, o Juan Carlos Martínez, el cura anfitrión.
Charanga y campanas
La procesión, en la que hombres y mujeres portaron varias imágenes, partió de la ermita al son de los instrumentos de la charanga Mil9 y de un fuerte repique de campanas. Antes de salir, el sacerdote advertía por megafonía que «teñades coidado coas carteiras», ya que un evento tan concurrido es todo un caramelo para los amigos de lo ajeno.
Al llegar al palco, comenzó la misa cantada. En primera fila estaban el alcalde de Boiro, José Ramón Romero; su número dos, Luis Ruiz; y la concejala de Cultura, María Outeiral. También numerosos fieles, entre ellos varios en silla de ruedas a los que su movilidad reducida no les impidió honrar a San Ramón como se merece.
El acto religioso transcurrió con normalidad hasta que se interrumpió durante unos minutos porque una niña se había perdido. Su madre se dirigió al párroco para que lo comunicara públicamente y ayudaran a buscarla. Fueron momentos de tensión hasta encontrar a la pequeña.
Al terminar la misa, los santos regresaron en procesión a la capilla; lo hicieron por otro camino, igualmente de pocos metros.
La música en sesión vermú tomó el relevo sobre el escenario. No faltó una familia de Dodro, incondicional de esta fiesta declarada de interés turístico gallego: «Deixamos os callos quentes e volvemos despois da orquestra».
Bajo otro toldo, a la espera de una paella, estaba la familia de Sofía, con 34 miembros y cuatro generaciones. «Non faltamos nunca», asegura su nieta Inés.