Polifemo

Carmen Alborés CON CALMA

BARBANZA

Cámara de vigilancia en la fachada de un edificio
Cámara de vigilancia en la fachada de un edificio CARLOS CORTÉS

06 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Polifemo, el hijo de Poseidón, en la mitología griega era el más famoso de los cíclopes, poseía un único y terrible ojo en su frente. Así se habla de el en la Odisea de Homero en el canto IX. A Luis no paraba de mirarle en la carretera aquel terrible ojo escrutador, se trataba del dron de la DGT. Cuando llegó a la gasolinera allí estaba otra vez, pero esta vez fijo, posado en un mástil alto, luego en el peaje también lo encontró mirando a todos los que pasaban, no era fácil escapar de su control, por eso Luis se escabulló por una pequeña carretera secundaria rodeada de árboles frondosos que casi no dejaban ver el cielo, se sentía libre y sin vigilancia.

 Luis estaba convencido que había cada vez más monstruosos cíclopes con el ojo escrutador, pero los de ahora eran de la nueva generación electrónica. Al llegar al portal de su casa allí estaba otra vez el terrible monstruo mirándolo fijamente, lo habían solicitado los vecinos para vigilar quien entraba en el edificio, Luis esperó hasta que la luz se apagó, y aunque la cámara del ojo veía también en la oscuridad él no quería ponérselo fácil. Al entrar en su piso también su mujer había instalado el maldito cíclope escrutador, pero Luis entonces se sintió como Odiseo y urdió un astuto plan para desactivarlo sin que ella se diera cuenta ni tampoco la compañía de alarmas.

Cuando Luis iba a la iglesia del pueblo allí estaba en lo más alto del retablo un enorme triángulo con un gran ojo dentro, «el delta luminoso»; el ojo que en el cristianismo representa la vigilancia omnisciente de Dios y en el triángulo a la Santísima Trinidad. Luis estaba obsesionado con esos ojos escrutadores y en la iglesia prefería ponerse en una nave lateral para no sentirse observado. Por la calle Luis temía que cualquiera le estuviese grabando con el ojo de su móvil, y había prohibido a sus hijas grabar a las personas. Cuando Luis fue al taller mecánico con su coche también allí había un ojo escrutador: «!Maldito ojanco!», murmuró entre dientes, y salió sin dar ninguna explicación. Al llegar a su casa, sus hijas estaban viendo Gran hermano.