Elsa Muñiz: «El piano es el instrumento más solitario, pero la soledad es inspiradora»

Carlos Portolés
Carlos Portolés RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

Cedida

Quiere adentrarse también en el mundo de las composiciones cinematográficas

03 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Elsa Muñiz no toca el piano, lo acaricia. Pasa las yemas de sus dedos largos —propios del oficio— por el rectángulo nacarado de las teclas y sus alrededores se inundan de acordes que suben y bajan por el espacio vacío. Cuenta con orgullo que recibió el magisterio de José Ramón España, en el Boiro donde se crio. Empezó la andadura musical con apenas seis años. Aunque, recuerda, su primer contacto con los sonidos del piano se remontan a un «pequeñito teclado» que le regalaron con apenas tres o cuatro años.

Desde entonces, ha crecido para convertirse en uno de los nombres propios de la escena clásica barbanzana. Está en continua formación, como lo están los que se saben siempre capaces de un poquito más. Su versatilidad puede explicarse echando un rápido vistazo a su trayectoria itinerante. Del conservatorio de Ribeira, donde obtuvo el grado profesional, a la lejana Varsovia, donde sacó su posgrado.

Este periplo internacional fue particularmente significativo para ella. Crecer como artista en la ciudad de Frederic Chopin —que en Varsovia está en cada pájaro que pía, en cada niño que canta y en cada músico que se sienta frente a la partitura—.

«La carrera musical es dura pero aporta muchas cosas positivas. Aprendí a vivir con valores como la disciplina o la dedicación. En la música, si no hay esfuerzo, por mucho que haya talento, no se llega a ningún sitio», asegura. Con este mantra siempre presente, avanza nota a nota, planteándose nuevos retos, preguntas e ilusiones.

Cruce de disciplinas

Cultiva el cruce de disciplinas, pues también le gusta escribir. Está convencida de que «las artes están unidas por el mundo de las emociones», por eso, además de hacer cantar a su instrumento, también coge la pluma de vez en cuando. Es lo que ella llama pianotelling. O lo que es lo mismo, juntar la música con la literatura. Por cada melodía, unas líneas evocadoras de guarnición.

Ahondando en esta idea cada vez más, acabó por escribir un libro entero, que se publicó en octubre bajo el título Memories. Fue concebido para ser usado en los conservatorios. Un ejercicio de pedagogía para hacer la enseñanza de la música más amena y accesible a todo el mundo. Se trata de una recopilación de sus composiciones para piano, que van acompañadas de microrrelatos evocadores. Otra de sus grandes pasiones son las bandas sonoras. Unir la música con lo audiovisual. Admite que su gran ambición es poder dedicarse en algún momento a escribir piezas para cine. «Me gustaría que mi música contara historias», apunta.

Como toda amante del séptimo arte, es devota de John Williams. La lista de Schlinder es su trabajo favorito. La obra que a ella le habría gustado componer. Y, aunque todavía en un plano más modesto, en ello está. Tanteando formas de acoplar su cuerpo creativo a las maquinaciones de las cámaras.

Así nació su último proyecto, Navegando o camiño, que fue presentado el pasado 25 de noviembre en Boiro, en el Pazo de Goiáns. Se trata de un vídeo en el que Muñiz aparece tocando su piano a bordo de una embarcación que surca las aguas de la Ruta do Mar de Arousa e Río Ulla do Camiño de Santiago, un itinerario que conmemora la ruta que siguió el apóstol en torno al siglo I cuando regresó de Jerusalén a Galicia. «Es algo diferente. Estamos en plena promoción y recibiendo buenas críticas», comenta ilusionada. Con esta primera toma de contacto, se acerca a paso firme —que no presuroso— a su objetivo de bañar imágenes bonitas con acordes de parejo trazo.

Solos solitarios

Cuando se habla con un músico profesional, es inevitable que asalte la mente una pregunta que, seguramente, estará saturado de responder: ¿Qué temas musicales escuchan los músicos en la intimidad? Si se echa mano del tópico, no es difícil llegar a la conclusión de que en las listas de reproducción de una pianista de formación clásica solo habrá hueco para los Mozart, Beethoven y compañía. Nada más lejos de la realidad: «Los músicos tenemos que abrirnos a nuevas músicas. No todo es lo clásico. Hay que escuchar diferentes géneros. Además, no siempre que me pongo música me pongo a analizarla. A veces simplemente quiero disfrutarla», sentencia Elsa Muñiz.

Algo que sí admite es que la de pianista es, en efecto, una profesión para los solitarios. Incontables horas con la única compañía de esa dentadura rectilínea que son las teclas. Pero no lo ve como algo negativo. Es más, sabe sacar ventaja de ello.

«Creo que el piano es el instrumento más solitario, pero esto también puede ser inspirador. Se necesita esa soledad para componer. Para mí la música es un salvavidas», perfila. Y en esto está Elsa Muñiz. Una boirense de escuela varsoviana. Una pianista que sueña con triunfar en el mundo del cine. Una profesional inquieta de trayectoria imparable. La prueba de que Barbanza sigue criando sensibles artistas.