Una ludoteca de Rianxo muestra el poder de los peludos para regular las emociones de los más pequeños
RIANXO
Las sesiones permiten que los niños trabajen competencias como la autoestima o la empatía
02 jun 2023 . Actualizado a las 16:58 h.Existen temas en los que, afortunadamente, la población está cada vez más sensibilizada. La cuestión de la salud mental es, por ejemplo, un problema de gran calado del que, afortunadamente cada vez se habla más. Pero es de vital importancia que la educación sobre estas cuestiones empiece cada vez en una edad más temprana, y es por ello por lo que cada vez son más los profesionales que trabajan en el ámbito infantil que piensan en incorporar nuevos métodos educativos para que los pequeños adquieran herramientas que les sirvan en el futuro para conocer mejor sus cabezas y cómo regularlas.
Con esta idea, Begoña Tubio decidió contactar con una empresa de intervenciones asistidas con perros de servicio para su ludoteca en Rianxo, una experiencia que nunca había probado y que se le ocurrió al ver que algunos niños presentaban dificultades a la hora de gestionar sus emociones: «Se me ocurrió al ver a ciertos niños que tenían problemas con las rabietas, el saber esperar… Cada sección que se hace con los animales tiene objetivos y competencias distintas, dentro del ámbito escolar. Aprendemos sobre las emociones, la convivencia, la autoestima o la empatía, de la mano de una psicóloga, una profesora y las monitoras».
Ayuda en la lectura
De este modo, cada dos semanas aproximadamente los pequeños reciben una sesión educativa con el apoyo de los peludos, haciendo circuitos con ellos o incluso teniéndolos como compañeros de lectura: «Es impresionante. A lo mejor el niño está leyendo y se distrae, y el perro le pone la pata encima del libro, animándolo a concentrarse y continuar, una pasada».
Pese a que el uso de animales despertó cierto recelo en los padres en un principio, lo cierto es que, indica Begoña Tubio, una vez observado el entusiasmo de los pequeños se disiparon los miedos: «Los animales pasan estudios psicológicos, tienen todo en la cartilla perfecto y horas y horas de ensayo. Tranquilizamos a las familias, pero cuando ven cómo responden los niños se apuntan incluso los que inicialmente decidieron no participar».
En cuanto a la reacción de los más pequeños, la profesional explica con entusiasmo la excelente acogida que tuvo la incorporación de los animales a las sesiones de la ludoteca: «Había alguno que, al principio, tenía un poco de miedo porque había vivido alguna experiencia negativa con otros perros, y a lo mejor se te agarran a la pierna o no quieren. Pero, poco a poco, cuando ven que el resto de niños se animan, preguntan cuándo van a volver»
Las rabietas
A la hora de identificar cuáles son los principales problemas de conducta en los que la asistencia perruna puede ayudar, Tubiolo tiene claro: «Es la edad de las rabietas, e incluso por un juguete pueden gritar, llorar, empujar y temblar del enfado. Hacemos mogollón de actividades sensoriales, que les ayudan mucho. Creo que hoy en día tenemos la manía de darles todo al momento, y este es un modo mediante el cual tienen que esperar, porque son grupos bastante reducidos y van por turnos, y les ayuda mucho a practicar la frustración y la paciencia, a autorregularse».
Uno de los principales beneficios de este tipo de prácticas educativas en las que se cuenta con la asistencia de animales es el trabajo por competencias, que se pueden aplicar al entorno escolar como herramientas de distinta índole: «Establecen objetivos por áreas para lograr una visión global de cada caso. Les pido qué aspectos quiero que se trabajen en cada sesión y llevan a cabo proyectos, que se ejecutan en las aulas. Siempre son actividades guiadas, les explicamos qué es lo que vamos a hacer, pero son realmente los perros quienes lideran la actividad en la mayoría de los casos».
Pese a que esta sea la más llamativa de las técnicas que se llevan a cabo en la ludoteca para gestionar las emociones de los pequeños, Begoña Tubio indica que no se trata de la única: «Hacemos actividades de relajación. Por ejemplo, hace poco los pusimos tumbados en el suelo y, con nuestra ayuda, hacíamos un barquito que les poníamos sobre el pecho. La idea era que tenían que intentar hacer que navegase, con respiraciones profundas. Al principio les costaba, pero enseguida le cogieron el truco y es un ejemplo excelente de cómo enseñar técnicas como la de una autorregulación correcta a través de un sencillo juego».