De la carrilana al carricoche

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

RIBEIRA

Carrilanas na Festa da Dorna de Ribeira
Carrilanas na Festa da Dorna de Ribeira DANI GESTOSO

03 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Empujo el carrito de mi hija por las mismas calles que yo recorría de niño. Ella, con sus ojos redondos, mira sin ver este mundo que alguna vez fue mío, como intentando descifrar un secreto que el pueblo le susurra. Llega el otoño y huele a ayer, los padres medimos el tiempo en biberones y mañanas de domingo. Ya no queda ninguno de los columpios oxidados a los que subí en mi infancia.

Paseo. Estoy demasiado ocupado para tener prisa, el tiempo pasa rápido y solo se para cuando la miro. Ella es un universo que no entiende de la tiranía del reloj. Ya tiene un mes, treinta días, un castillo de arena de momentos tejidos por una hilandera torpe que se pincha con la rueca y trastabilla los hilos del tiempo, un péndulo entre el hambre y el sueño.

A la niña le gusta el alboroto y por la peatonal se le asoma una sonrisa que apaga los minuteros. Ojalá Ribeira no acabase nunca, para dar para siempre este paseo contigo mientras te ríes de un mundo que no entiendes, y te veo flotando en tu carrito como una pequeña astronauta que explora estrellas diminutas, con esos ojos abiertos tan llenos de luna.

Tan llenos de luna que haces que deje de pensar en el fluir de los años, en la tristeza que me invade, mitigas las mareas de mi alma con la promesa de un futuro que aún está por escribir. Mientras tú estés, ni yo ni Ribeira moriremos del todo. Sigo caminando con la impresión de que me enseñas más tú a mí que yo a ti. A tu lado, ¿qué sabe Einstein del paso del tiempo? Energía igual a suspiro por recuerdo al cuadrado. Hoy comprendí que la eternidad es ahora mismo.