La noche se rinde al humor

La Voz C. A. | CARBALLO

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Reportaje | Espectáculos multitudinarios La orquesta Philadelphia ofreció en Seaia una actuación con toques cómicos, mientras que Luis Piedrahita, del que no se esperaba menos, arrasó en Carballo

08 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Los veinte kilómetros que separan Carballo de Seaia marcaron la distancia entre los dos espectáculos multitudinarios del viernes noche. En la capital de Bergantiños, Luis Piedrahita, guionista y monologuista, no sólo lograba abarrotar la cervecería Dublín, sino también arrancar sonoras carcajadas. Pero la risa también estuvo presente en la actuación de la orquesta Philadelphia, que no ofrece únicamente música y baile, sino que, con su cuidada puesta en escena, le hace guiños al circo y al humor. A las diez y media de la noche no quedaba ni un asiento libre en la cervecería Dublín. Todavía faltaba hora y media para que Luis Piedrahita se colocase frente al micrófono, pero, dada la expectación creada por su presencia en Carballo, quien más y quien menos madrugó para intentar conseguir un buen sitio. A las once, la misión se había tornado imposible, y, una hora después, los propietarios del local se vieron obligados a cerrar las puertas para evitar que siguiese amontonándose el público. Cientos de personas siguieron el espectáculo como sardinas enlatadas y próximas a la ebullición, lo que provocó incluso un desmayo. Muchas otras se quedaron fuera, sin la posibilidad de ver y escuchar al coruñés, convertido en ídolo desde que deslumbró en El club de la comedia con su monólogo sobre el surtido Cuétara. Luis Piedrahita se lució en todos los sentidos, tanto por el contenido de su monólogo como por la duración del show , más de una hora. No se esperaba menos de él. Verbena Sólo unos minutos después de que se cerrasen las puertas de la cervecería carballesa, la orquesta Philadelphia tomaba el relevo de S.L. América en el campo de la fiesta de Seaia. Para el tercer día de celebraciones, la comisión eligió a una de las agrupaciones que causó furor el último verano y que protagonizó un reñido duelo con su eterna rival, Pasarela. Pero en esta ocasión su principal adversario fue el viento, que soplaba con fuerza de cara, y que el numeroso conjunto intentó combatir con todos los medios a su alcance: los músicos, abrigados con un atuendo muy deportivo, y los cantantes, con el intenso ritmo que imprimen a todas sus coreografías. Porque la Philadelphia ofrece un espectáculo en el que tienen cabida el baile, el circo -los equilibrios de El morenito del swing colgado de la estructura de los focos- e incluso el humor. Las risas se dispararon cuando Dani salió al escenario ataviado con un maillot y unos pantis de color negro, al más puro estilo de La Pantoja de Puerto Rico, a la que imitió «y eso...». Más protegida del viento, una multitud se apiñó bajo la carpa que cubría el recinto festivo, en el que la música siguió sonando hasta altas horas de la madrugada.