Los lazos entre Irlanda y Galicia vienen de lejos. De los tiempos de la leyenda. ¿Cómo era aquello...? Que Milé , uno de los hijos de Breogán , a su vez vástago de Brath , puso un día proa hacia la isla verde al norte de Artabria. Más o menos (!) así empezó todo, con varios miles de años, guerras y navegaciones por medio. Desde entonces, o seguramente desde mucho antes, de cuando la unión geológica, y sin duda alguna desde mucho después (las relaciones del arco celta), Irlanda y Galicia son primas cercanas. Claro que todo esto no son más que vanas disquisiciones si no hay el contacto del día a día. Las páginas de los libros no hacen familia, sólo informan de que existe, como el libro de ídem. De ahí que se agradezcan los frecuentes contactos que unos apacibles, agradables y cultos irlandeses tienen con Galicia desde hace años. Más en concreto, con Laxe. Ya son parte del paisaje humano del puerto y, como se dice por aquí, por moitos anos . Me refiero a Bill Walsh , almirante retirado del Real Club de Yates de Cork, el más antiguo del mundo (hermosa localidad en la que, por cierto, existe un Centro de Estudios Galegos, pero ésta es sin duda otra historia) y a Liam Bohane , un ingeniero de la petrolera Shell. Pero también podría hacerlo de Alan Fogarty o Sonny Dempsey . Con alguno de ellos recuerdo haber entonado, de aquela maneira (la maneira personal) un clásico como Carrighfergus una noche de algún año. Pero nos desviamos del asunto, que no es otro que José Manuel Pato , delegado de la Real Liga Naval Española, entregó a Walsh una placa conmemorativa de la entidad que representa. Se da la circunstancia de que, en el 2005, Walsh le entregó a Pato un diploma en el que le nombraba representante honorífico en Galicia por su atención con los yates extranjeros cuando presidía el Náutico. Gentileza que no ha perdido, todo hay que decirlo. Dio fe de la acción el oficial de notaría Óscar Rodríguez . Ni dejamos Laxe (el I wish I was in Carrighfergus , Ojalá estuviese en Carrighfergus, bien se le puede aplicar a la localidad marinera), ni la música, aunque con otras notas. De los ecos del mar de los yates, a los sones del grupo Maruxía. Y del puerto laxense, a los buenos aires de Soesto. En esta parroquia acaban de celebrar, y honrar como se debe, el Sacramento. El debe es conocido y tradicional: vuelta al cruceiro, debidamente engalanado con flores. Como la Virxe do Carme por mar, pero tierra adentro. Hay una conexión y todo lleva a lo mismo (de nuevo, es otra historia). En Soesto tocó Maruxía, en la fiesta y en la procesión. En este grupo, además de otros muchos intérpretes, está el alcalde, Antón Carracedo , marcando el paso y el ritmo con la percusión. No es poca cosa llevar el ritmo, no. Y que todos lo sigan, digno de aplauso. En la banda y en la vida.